Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
El entrenador del Racing, Paco Fernández, recibe la felicitación de un aficionado a la llegada del equipo a Santander. / Efe
FÚTBOL

El orgullo del ‘matagigantes’ herido

El Racing es líder en Segunda B y se ha clasificado para los cuartos de la Copa pese a que a sus jugadores se les adeuda varios meses de sueldo

LUISMI CÁMARA
Actualizado:

Cada edición de la Copa del Rey tiene su ‘matagigantes’. El Numancia de Lotina, el ‘alcorconazo’, el Real Unión, el Mirandés,... Este año, la sorpresa la protagoniza el Racing de Santander, un equipo de pasado ilustre y futuro plagado de nubarrones, el único representante de Segunda B que quedaba en octavos de final y que ahora se enfrentará a los cuartos con la ilusión de alcanzar su mejor clasificación histórica en el torneo del KO.

Líder del Grupo 1 de la categoría de bronce del fútbol español, ha dejado en la cuneta en la competición copera a dos ‘primeras’ como Sevilla y Almería, sentenciando además las eliminatorias ganando en el Sánchez Pizjuán y en el Juegos del Mediterráneo. Después de dos años de descensos desde lo más alto, no se puede pedir más a los pupilos de Paco Fernández, que se han ganado el respeto y la admiración de todos sus rivales por su trayectoria deportiva y por los arrestos mostrados en unos momentos críticos para todos los componentes de una plantilla a la que se le adeuda varias mensualidades y que vive en primera persona la situación crítica por la que atraviesa la entidad.

El martes fueron recompensados por su esfuerzo con una merecida ovación en Almería -a donde llegaron tras un agotador viaje de mil kilómetros en autobús-, como antes lo fueron en el estadio nervionense, tras otro larguísimo desplazamiento por carretera de 800.

Pero el éxito en la Copa del Rey es un minúsculo islote al que aferrarse para respirar y animarse en un revuelto mar de deudas, penurias económicas, inestabilidad institucional y discusiones políticas. Lo que a primera vista parece un cuento con visos de final feliz, gasta tintes de pesadilla para un club que navega los últimos años bajo la amenaza de la liquidación, con un Consejo de Administración al mando despreciado por su afición. De hecho, las peñas verdiblancas anunciaron un referéndum el próximo domingo, antes de comenzar el encuentro liguero contra el Guijuelo, para que los socios opinen si los máximos responsables del Racing deben dimitir. Además, han propuesto secundar un abandono masivo de las gradas durante el minuto 13 del choque para mostrarles el absoluto rechazo a su gestión.

Pese a ser un equipo ya centenario y el decimocuarto en la clasificación histórica de Primera División, con 44 temporadas en la máxima categoría, su porvenir no puede apuntar más allá del día a día porque la resolución de sus graves problemas es un sueño y la desaparición suena a amenaza pero es un fantasma aterrador que todos cuentan con desespero que se transforme en una amarga y penosa realidad más pronto que tarde.

Entre tanto, los jugadores se están comportando como auténticos caballeros, respondiendo muy por encima de sus obligaciones contractuales pese al abandono en el que se encuentran. Este grupo de profesionales se ha mantenido firme en su puesto frente la adversidad, y es capaz de entrenar a pleno rendimiento, de afrontar cada partido como una final sin saber si será el último, de perseguir la quimera del ascenso aunque ni eso quizás salve al club.

Paco Fernández y sus hombres han probado que tienen orgullo de sobra para saltar en cada partido al terreno de juego con la cabeza erguida, mantener la dignidad propia, dar la cara por una empresa que no cumple con ellos y, sobre todo, para mantener la ilusión y sacar una sonrisa de satisfacción a una hinchada al borde de las lágrimas. Unos seguidores que, llevados por la angustia y la crispación y superados por el drama por el que pasa el equipo de sus amores, llegaron a perder parte de su juicio y de sus razones al asaltar el palco de autoridades del Sardinero en el partido de ida de la eliminatoria copera ante el Almería, pero que veneran a los hombres que honran la camiseta montañesa.