La dieta del bienestar

A las siete y media suena el despertador de Begoña, de 31 años, empleada en una agencia financiera y “apasionada de la nutrición”, según sus propias palabras. Begoña se levanta y prepara su desayuno: un bol de yogur griego con cereales integrales y plátano picado. “Un desayuno de lo más sano –piensa–, por los carbohidratos de absorción lenta de los cereales integrales, la proteína del yogur y el potasio y la fibra del plátano”. Recuerda además que el yogur está repleto de probióticos, bacterias vivas que favorecen una flora intestinal sana, y que la fibra de la fruta contiene prebióticos, el alimento de esas bacterias. “Sé que si las bacterias que componen mi flora intestinal, buenas y malas, mantienen un equilibrio adecuado, me sentiré mejor y no tendré problemas para ir al baño ni el vientre hinchado”, explica.

Lo que aún no sabe Begoña es que, según los nuevos estudios, una flora intestinal equilibrada también aumenta las probabilidades de mantener un peso adecuado y mejora la salud general. Por el contrario, si las bacterias malas se imponen a las beneficiosas, su riesgo de exceso de peso aumentará, lo mismo que el de sufrir trastornos digestivos e incluso de depresión. “El cuerpo humano contiene diez veces más genomas bacterianos que humanos, lo cual es como decir que tenemos más ADN de bacterias que de genes propios”, señala el profesor Toni Vidal-Puig, catedrático de Nutrición Molecular y Metabolismo en el Instituto de Ciencia Metabólica de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido. (Más información en Mujerhoy.com)