Cerrar el candado
Actualizado:La primera vez que vi candados puestos en las barandillas de un puente me quedé un tanto despistado, desconocía que las muestras y compromisos de amor hubieran cambiado los lienzos de los troncos de los árboles (en los que se grababan corazones atravesados por flechas) por las barandas de los viaductos y pasarelas, pero, como es natural, los años pasan y las formas cambian. Cerrar el candado y arrojar la llave al agua, una promesa de enlace eterno, un sentimiento de perennidad en tiempos de incertidumbre y obsolescencia programada. Sin ser nostálgico del pasado ni defensor de las viejas tradiciones, la verdad, no acabo de captar que un utensilio destinado a cerrar, limitar y guardar dominios y posesiones sea el objeto apropiado para expresar o simbolizar el amor.