Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
El presidente Roosevelt (abajo a la izquierda), durante una visita a las obras del Canal de Panamá, en 1906. :: AP
Economia

Quel Panama! (¡Vaya lío!)

El Canal, en el ojo del huracán, originó la indepencia del país, un alzamiento contra Colombia ideado por la élite de Wall Street

IRATXE BERNAL
MADRID.Actualizado:

'Quel Panama!' viene a significar en francés '¡menudo lío!'. Puede que esta expresión haya rondado por la cabeza de la ministra de Fomento, Ana Pastor, pacificadora forzosa en el conflicto entre el Gobierno panameño y el consorcio liderado por Sacyr para la ampliación del Canal. No en vano, en el origen de la locución está la apertura hace ahora un siglo del istmo y la monumental quiebra unos años antes de la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panama, la primera empresa que intentó hacerlo y que, como Sacyr hoy, se vio superada por los sobrecostes.

La compañía fue creada por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps tras culminar con éxito la apertura del Canal de Suez en 1869. Convencido de haber logrado «deshacer el trabajo de Moisés», puso sus ojos en otro gran reto: unir las aguas del Atlántico y Pacífico. Le bastarían, estimó, 600 millones de francos y doce años para lograr lo que en cuatro siglos no habían conseguido la imperial España de Carlos I, la primera en planteárselo, ni las omnímodas Inglaterra, Alemania o Rusia. Todas lo habían dibujado en algún plano desde que en 1513 Vasco Núñez de Balboa descubriera que solo una estrecha franja de sesenta kilómetros de tierra separaba los dos océanos.

Lesseps se puso manos a la obra en 1881, cuando Panamá era una provincia de Colombia, de la que había intentado independizarse varias veces aprovechando su eterna guerra civil entre conservadores y liberales. Lesseps logró la concesión para hacer las obras por 10 millones de francos. Pero no cumplió sus expectativas ni las de los más de 800.000 franceses que invirtieron sus ahorros en el proyecto. Cometió errores de cálculo, no contó con que excavar aquella tierra casi siempre inundada era distinto de hacerlo Egipto; y, para colmo, la malaria y la fiebre amarilla mataron a casi 20.000 de sus trabajadores.

En 1889, con sólo una quinta parte de la excavación hecha, admitió su incapacidad para continuar. La Compagnie Universelle quebraba y se llevaba por delante el dinero de cientos de miles de inversores. Sus promotores, entre ellos Gustave Eiffel y un exministro de Obras Públicas, fueron acusados de fraude y condenados a cinco años de cárcel, penaque luego no cumplieron.

En 1894 el Gobierno francés obligó a los grandes accionistas a suscribir títulos de la Compagnie Nouvelle, creada para reemprender las obras. Los franceses habían cambiado de idea: pretendían recuperar parte de lo invertido revendiendo la concesión dada por Colombia para construir. Y pronto, porque expiraba en 1904. El país más interesado era Estados Unidos, que en los años cincuenta, al estallar la fiebre del oro en California, había puesto todos los medios para construir una línea de ferrocarril de similar recorrido al dibujado por Lesseps, la Panama Railroad Company. Para los buscafortunas era más seguro y rápido navegar a Panamá, atravesar el país y embarcarse ya en el Pacífico hacia San Francisco que cruzar su propia casa.

Otro canal en Nicaragua

Los norteamericanos ya habían visto el atajo pero tenían otro plan: construir otro canal en Nicaragua, país más estable que Colombia. Así que, para promocionarse en Washington, la Compagnie Nouvelle recurrió al director de la Panama Railroad, William Nelson Cromwell. 'El zorro', como le apodaban en Wall Street, era un astuto abogado que tenía entre su clientela a lo más selecto de la banca y la industria americanas. Pese a que el canal sería competencia directa para su enlace ferroviario, vio enseguida el negocio, aunque no exactamente el mismo que buscaban en París: propondría a esos buenos amigos financieros la compra de los activos franceses por cinco millones de dólares para después vendérselos al Gobierno norteamericano por cuarenta. Así, mientras trabajaba para Compagnie Nouvelle buscando apoyos políticos para estancar la opción nicaragüense, se ocupó de mandar a Francia un ejército de abogados a comprar las acciones de los pequeños inversores.

Cromwell y sus socios -entre ellos el banquero J. P. Morgan, cuñado del aún gobernador de Nueva York, Theodore Roosevelt- usaron todas las tretas para que su propuesta llegara al Congreso. Allí, en 1902 'sus' políticos lograron imponerse con una condición: que Colombia aceptara un pago satisfactorio por la renta anual del canal.

Tras casi cincuenta años de guerra civil y muy endeudado, el Gobierno de Bogotá vio el cielo abierto en aquel interés norteamericano. No sólo lograría dinero. Además, contar con intereses estadounidenses en la región le aseguraría apoyo militar para reprimir allí los levantamientos liberales.

El presidente colombiano, José Manuel Marroquín, decide torear a los norteamericanos y cobrar tanto del Gobierno como de los inversores privados. Primero interpretaría un teatralizado regateo antes de aceptar la oferta gubernamental por la cesión del canal y pedir que le ayudaran a despejar la zona de rebeldes. Después, se saltaría lo hablado y pediría a su Congreso que rechazara el proyecto de construcción. ¿Su plan? Poner de los nervios a Cromwell, que veía correr el tiempo y, ante el riesgo de plantarse en 1904 con el acuerdo sin cerrar y perder lo invertido en la compra de la licencia, aceptaría entregar a los colombianos un pellizco de sus cuarenta millones.

Pero 'El zorro' era peor enemigo que el Gobierno americano. En 1903, cuando recibió el primer despacho de Marroquín hablando de repartos, acudió al mismísimo presidente, un recién nombrado Roosevelt. Sabía que su afán por hacer de Estados Unidos una gran potencia estaría incluso por encima del interés del Congreso por lograr el mejor trato comercial. Con un presidente tan predispuesto, Cromwell sólo necesitó insinuar la posibilidad de instigar y sufragar una guerra separatista que desgajara Panamá de Colombia. Estados Unidos firmaría un tratado para construir el canal, pero ya no lo haría con el Gobierno colombiano, sino con el panameño y sólo un año después. La camarilla de Wall Street acababa de crear un país.