La 'revolución tranquila' de UGT-A
Carmen Castilla, la nueva secretaria general, sorprende con un liderazgo contundente y promete «partir de cero» para luchar contra la corrupción
Actualizado:El mismo día que Felipe González entonaba en Sevilla un réquiem por los líderes de hoy, excepción hecha del Papa Francisco, afloraba al otro lado del río una dirigente nueva, mujer, joven y diferente: Carmen Castilla era encumbrada el jueves a la secretaría general de UGT Andalucía y conseguía un consenso en la crispada organización que muchos consideraban imposible horas antes.
Hasta los más críticos dentro de UGT alaban la personalidad y el perfil de esta mujer menuda, rubia, de escasa trayectoria sindical pero de extraordinaria formación: enfermera, psicóloga y licenciada en Derecho, con másters, premios y cargos de gestión en primer nivel de los hospitales Macarena y Virgen del Rocío.
Carmen Castilla Alvarez nació en Ecija hace 45 años. Es la menor de 8 hermanos y perdió a su padre cuando ella tenía 9 años de edad. Dice que le prometió poco antes de morir que sería «practicante» y lo cumplió, pero luego siguió estudiando otras disciplinas, a la vez que ascendía en su carrera, y hasta pensaba prepararse para jueza cuando le surgió este nuevo reto, que sin duda va a poner a prueba todas sus capacidades.
El 'cambio tranquilo'
Su estilo ha apagado las voces que reclamaban una ruptura total con las anteriores prácticas. No habrá, pues, asalto al palacio de invierno en el sindicato socialista, sino "revolución de terciopelo", cambio tranquilo. ¿Será posible conciliar continuidad y cambio? ¿abrir una nueva etapa con los mismos dirigentes? Ella, que era secretaria de políticas sociales en la anterior ejecutiva, rechaza que su nombramiento sea «un parche» y asegura que «se parte de cero». Explica que en estos momentos críticos UGT-A no puede permitirse cuatro meses de interinidad hasta un congreso extraordinario. «Es mejor cerrar filas y UGT ha salido reforzada, más que nunca».
Casada en segundas nupcias, sin hijos, Carmen Castilla posee un extraordinario sentido del humor que empieza por aplicarlo a sí misma: se ríe a carcajadas al pensar en la pareja que va a hacer con Francisco Carbonero, el secretario general de CCOO- Andalucía, él tan grande y ella tan menuda, y cuenta anécdotas acerca de las veces que la han confundido con la cantante Merche, hasta el punto de pedirle autógrafos como si lo fuera.
La nueva secretaria general de UGT -A procede de una familia de izquierdas, pero ella no se afilió al sindicato hasta 2010, cuando ganó la plaza en el Hospital Macarena. Entonces también se apuntó al PSOE, no antes, para que nadie pensara que lograba el puesto por carnet de partido. Fue concejal en el Ayuntamiento de Écija, en una lista socialista encabezada por un primo suyo, pero problemas internos en el PSOE que acabaron en una gestora le hicieron marcharse a otro partido independiente, el PSI, por el que ganó un acta de concejal y que luego abandonó. Recientemente se ha vuelto a afiliar al PSOE y le ha sorprendido que le respetaran la antigüedad de la afiliación de hace 13 años. Le explicaron que se debía a que reconocen que su salida fue por una situación injusta.
Frente a los tópicos
Las primeras declaraciones de Carmen Castilla revelan entusiasmo, arrojo y decisión para acabar con la corrupción dentro de UGT-A, además de romper muchos esquemas previos.
Pese a que se muestra a sí misma con naturalidad, sin reservas ni engolamiento, dista de ser ingenua, complaciente ni mucho menos 'florero', como se le ha llegado a decir. Su actitud es a la vez severa y rigurosa y parece no partir peras con nadie, a pesar de que su elección ha evitado la ruptura que deseaban los sectores críticos y la propia dirección confederal del sindicato. De momento, afirma que «no pongo la mano en el fuego por nadie hasta no tener todos los datos». Y más: «si alguien ha hecho algo ilícito lo pagará». Incluso ella misma llevará a los tribunales a quienes detecte que han cometido delito, aunque no estén siquiera señalados en una investigación judicial.
Pese a ello, tiende puentes a los críticos y al confederal. Su conversación telefónica con Cándido Méndez, el secretario general de UGT, que tardó en producirse, ya que Méndez no la llamó hasta bien avanzada la mañana del viernes, fue larga y amistosa.
Ni siquiera hace guiños al «partido hermano» socialista y habla de Susana Díaz como «de secretaria general a secretaria general». Admite que la conoce y la ha tratado, pero no se ha cortado a la hora de pedirle «lealtad», lo que parece que ha sentado bastante mal en el PSOE andaluz. De ahí que también rompa el prejuicio de que sería «cómoda» para el partido en el poder.
Agenda endiablada
Ahora le toca poner a prueba todo su entusiasmo y sus cualidades, su experiencia de gestión hospitalaria y hasta de cuidado de enfermos, porque el cargo es una bomba de relojería. Le espera un calvario judicial en dos frentes principales, en los que habrá de verse con otra ecijana ilustre, la jueza Mercedes Alaya, natural también de esta ciudad sevillana. UGT-A ha de rendir cuentas en la investigación abierta por los ERE fraudulentos, en la que tiene imputados a varios militantes y un ya ex dirigente, el gaditano Salvador Mera, además de la larga sombra por la pertenencia a sus siglas del «conseguidor» Juan Lanzas. Alaya estima en 7,8 millones el dinero conseguido irregularmente por los dos sindicatos en las sobrecomisiones pagadas por la Junta y tiene aún una pieza separada bajo secreto de sumario referida a la actuación sindical.
Además, está el escándalo de las facturas falsas y el desvío de fondos destinados a formación para usos distintos y tan abusivos como comidas en la Feria de Sevilla o regalos en congresos. La Junta investiga 17 líneas de ayudas y ya ha hallado irregularidades en dos de ellas. El montante a devolver se estima en 7,5 millones de euros, una cifra que Castilla ha dicho que devolvería llegado el caso, pero cuando se demuestren las acusaciones.
El otro frente que habrá de abordar con urgencia es interno: el sindicato, acuciado por la falta de fondos al secarse el grifo de la Administración, tiene en puertas otro ERE de su plantilla, además de tener que readmitir a los afectados por el ERTE que anuló el TSJA. Después del fracaso de la anterior dirección en gestionar a su personal, que dio en el chorreo de filtraciones sobre irregularidades que ha situado a UGT en la picota, el nuevo ajuste va a poner a prueba su capacidad sindical y la de los suyos.
A partir de ahí queda todo un reguero de cuestiones también de peso: recomponer las filas del sindicato, en lo interno, y recuperar la credibilidad de la sociedad, arrasada por las revelaciones sobre la corrupción.
Deberá también fajarse en defender la prevalencia de los sindicatos en el nuevo esquema de la concertación social y sobre todo, lo que define su razón de ser, defender a los trabajadores en un momento en que sus principales derechos están en peligro por las dinámicas de la crisis, cuando el paro galopa suelto y se atisba un futuro muy diferente para el mercado laboral.
Este lunes comienza su andadura. La primera reunión de su ejecutiva ha de demostrar que, si no «borrón y cuenta nueva», su llegada es el revulsivo que UGT y sus 200.000 afiliados necesitan.