Apuntes

Todo un curso perdido

Las chapuzas educativas de la Junta condenan a estudiantes de todas las edades a vivir un ejercicio de carencias e improvisaciones

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Recién pasadas las fiestas navideñas, y aunque matemáticamente no sea cierto, aparece la sensación de que falta menos para el final de curso de lo que ya ha transcurrido. Esa incierta sensación de ecuador sirve, sin embargo, para dejar claro que estamos lejos del inicio. Y ese tiempo transcurrido, en la capital gaditana, sobre todo, ha servido para comprobar la tenacidad y el talento con el que la Consejería de Educación parece empeñada en que muchos alumnos, de distintos niveles y edades, pierdan casi todo el ejercicio. La mudanza que viven, entre ayer y hoy, los alumnos y profesores del Carlos III es un ejemplo. Tuvo años la Administración autonómica para atender las quejas que hablaban de un grave deterioro de paredes, techos y otras estructuras en el centro educativo. Las ignoró y luego se encontró con las grietas y la alarma. El resultado es que hoy, a mitad de curso, los pequeños alumnos tienen que cambiar de centro. Todo un ejemplo de gestión.

También con el curso, como periodo temporal, teóricamente mediado se han tenido que encerrar los aspirantes a entrar en la Escuela de Hostelería de Cádiz. Tras el calvario que han pasado los profesores -nueve meses sin cobrar- y el retraso en el regreso a las aulas de los que ya cursaban allí sus estudios aparecen los nuevos. A ellos, a los aspirantes, se les ha hurtado ya medio año y ni siquiera se les cuentan planes de futuro, fechas aproximadas de inicio. En diez semanas estarán en primavera, una fecha en la que los ejercicios educativos suelen encarar su recta final. Irónicamente, en el mejor de los casos, ellos estarán empezando.

Son dos pruebas, entre muchas, de la incapacidad y la inacción de una Consejería de Educación que parece empeñada en fastidiar a sus clientes: los estudiantes y los ciudadanos.