La imputación de la hija del Rey abre «varias hipótesis» sobre su futuro
La fórmula para desligar el proceso judicial de la duquesa de Palma de la Casa Real requiere su renuncia a los derechos dinásticos
MADRID. Actualizado: Guardar«Especular no nos va a llevar a ningún sitio». La frase la pronunció Rafael Spottorno 72 horas antes de que el juez Castro imputara a la infanta Cristina por blanqueo de capitales y delito fiscal. Y hubiera resultado redonda si el jefe de la Casa del Rey la hubiese aderezado del silencio que tradicionalmente ha acompañado a la institución. Pero Spottorno fue más allá y reconoció que la Zarzuela «trabaja en varias hipótesis» ante el escenario judicial que se dibuja en el horizonte de los duques de Palma.
La imputación de Urdangarin tuvo rápida respuesta dentro de los muros de palacio. Se calificó su comportamiento de «no ejemplar» incluso antes de que Castro en diciembre de 2011le fijara día y hora en los juzgados de Palma. Sus referencias se eliminaron de la página web de la Casa Real meses después. Ahora tan solo figura como esposo de la infanta Cristina, como duque de Palma consorte, como padre de cuatro de los ocho nietos de los Reyes. Unas cuantas fotos, de la boda, en actos oficiales como el 12 de octubre, y poco más se encuentra del exbalonmanista reconvertido en hombre de negocios de dudosa reputación.
Borrar de un plumazo a la infanta Cristina no resulta tan sencillo. Bien es cierto desde que estalló el escándalo se la apartó de cualquier actividad de la Familia Real, con lo que dejó de percibir los honorarios que le correspondían por este concepto. Pero no lo es menos que levantar un muro infranqueable ante la infanta Cristina supondría casi una sentencia condenatoria a su presunción de inocencia. De ahí que en la Zarzuela se actúe con cautela, examinando pros y contras antes de pasar a la acción. Porque en lo que todos coinciden es que la Casa Real actuará.
Dudoso honor
Tras el accidente del Rey en Botsuana y la imputación de Urdangarin, la imagen de la Familia Real se vio seriamente deteriorada, hasta el punto de que el foco de atención decidiera ponerse en los Príncipes de Asturias y sus hijas, las infantas Leonor y Sofía, como garantes de la continuidad de la Monarquía en España. Don Juan Carlos va sorteando la crisis institucional a duras penas, con continuos achaques de salud que le han mantenido casi dos años apartado de la primera línea. Conscientes de que el futuro, de que el cambio generacional, está más próximo, la Casa del Rey diseña un plan para que el proceso judicial de los duques de Palma haga el mínimo daño a la Corona. Y cada vez más y más caminos conducen al mismo sitio, la renuncia de la infanta Cristina a sus derechos dinásticos.
Hace un año, poco antes de la primera imputación de la hija del Rey, la Zarzuela salió a desmentir que don Juan Carlos estuviera presionado a la infanta para que pusiera fin a su matrimonio con Urdangarin. Descartada esta opción, porque si algo ha demostrado con hechos doña Cristina es que mantendrá esa unión cueste lo que cueste y pese a quien pese, pocas más quedan para desligar el futuro de los duques del de la Familia Real. Y más ahora, que el imputado no es el yerno del Rey, sino la hija.
La decisión de renunciar a los derechos dinásticos corresponde unilateralmente a la infanta Cristina, dado que en su día don Juan Carlos autorizó el enlace. En este sentido, cabe recordar que las hermanas del Rey, las infantas Pilar y Margarita, quedaron apartadas de la línea sucesoria por casarse con plebeyos. Y se entiende que, aunque reciba presiones, llegado el momento, la duquesa de Palma lo anunciará como una decisión sopesada y hecha por el bien de la institución. Su renuncia conllevaría también la de sus cuatro hijos.
Si bien la infanta tiene el dudoso honor de ser el primer miembro de una familia real que es imputado, no lo sería en renunciar a la línea sucesoria. Los dos casos más recientes son los de Johan Friso de Holanda y Marta Luisa de Noruega.