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ESPAÑA

La victoria de Diego Torres

El exprofesor, que siempre ha comparado la situación de su mujer imputada con la de la duquesa, pretendía la exoneración de su pareja El exsocio de Urdangarin fue el primero que puso en el punto de mira a la infanta

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

La segunda citación como imputada de la infanta Cristina es, a la postre, una consecuencia remota pero a la vez directa de la ofensiva de correos electrónicos que Diego Torres inauguró hace ahora hace 20 meses, cuando Iñaki Urdangarin compareció por primera vez ante el juez José Castro, culpando a su exsocio y a su mujer de casi todo. El exprofesor de Esade contestó con artillería pesada dirigida a los cimientos de la Zarzuela. Hasta entonces, ni la acusación más virulenta del 'caso Nóos', Manos Limpias, se había planteado siquiera pedir que la hija de los Reyes declarase como acusada en los juzgados de Palma. Torres y sus famosos correos electrónicos crearon, sin duda, el caldo de cultivo judicial y social para la citación de la infanta, tanto en esta oportunidad como en la fallida de la pasada primavera.

Tras la primera declaración de Urdangarin en febrero de 2012 ante Castro, la infanta se convirtió en objetivo principal de Torres, convencido de que la Casa del Rey no iba a poder soportar todo lo que en esos correos electrónicos se desvelaba sobre doña Cristina, sus allegados y el propio don Juan Carlos, y que iba a terminar presionando para que el 'caso Nóos' se archivara y terminara en nada. O, en cualquier caso, que la Zarzuela, de una forma u otra, iba a terminar haciéndose cargo de la millonaria fianza civil que se les venía encima.

Torres comprobó que esos mensajes no tenían ningún efecto en el devenir del sumario, pero siguió usándolos aunque con un objetivo diferente. Ya no era tanto desprestigiar a la Corona, que también, sino intentar salvar a través de la infanta a su esposa, Ana María Tejeiro, imputada desde el principio.

El exsocio siguió aireando los correos electrónicos en los que se apuntaba que la duquesa estaba al tanto de lo que ocurría en el instituto Nóos, no para conseguir la imputación de la infanta, sino para presionar al juez para que 'desimputara' a su esposa. Torres, que siempre ha equiparado la actuación de las dos parejas de los máximos responsables del instituto sin ánimo de lucro, ha denunciado siempre, y con machacona insistencia, que era un agravio comparativo que la suya estuviera imputada y la de Urdangarin, no. Lo que quizás no esperaba Torres es que tanto 'mail' terminara por crear un caldo de cultivo para sostener la acusación contra la duquesa, al mismo tiempo que la situación de su mujer dentro de la causa se quedaba igual.

Dos mensajes relevantes

El 17 de abril de 2012, ni dos meses después de que Urdangarin le echara toda la culpa ante el juez, el exsocio puso la primera piedra de la imputación de Cristina de Borbón. Entonces aportó dos correos. En el primero, fechado en octubre de 2007, Urdangarin comunica a Torres las gestiones que supuestamente la infanta hizo con el entonces presidente valenciano, Francisco Camps, para que la fundación que sustituyó a Noos tuviera una base para un segundo barco español en la Copa América de Valencia. En el segundo, fechado en febrero de 2003, Urdangarin informa a su mujer de manera detallada de las gestiones que está haciendo con «clientes, colaboradores y amigos» para presentar en sociedad el Instituto Nóos.

Esos dos mensajes serían el principio de un larguísimo «martirio» que ya supera el año y medio para Cristina de Borbón, pero también para la Zarzuela, y en particular para dos destacados miembros de la Casa Real, Carlos García Revenga, secretario personal de las infantas que pasó a estar también imputado en este sumario a raíz de los correos que detallaron su activa participación en los negocios de Nóos, y José Manuel Romero, Conde de Fontao, el asesor personal de don Juan Carlos, quien declaró como testigo sobre su participación a la hora de crear un sucedáneo de Nóos con el que esconder de nuevo a Urdangarin.