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Militares congoleños toman posiciones en Kinshasa durante un enfrentamiento con seguidores de Paul Joseph Mukungubila. :: REUTERS
MUNDO

El poder de la fe

Los pastores evangelistas han asumido un importante rol social y político en la escena africana

GERARDO ELORRIAGA
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Ellos no heredarán la tierra. Un puñado de pastores evangelistas africanos ha decidido anticiparse y, en vez de esperar a ser exaltados por Yahvé y recibir los correspondientes legados, ha apostado por el inmediato beneficio. Pero la facultad de movilizar ingentes masas de fieles y amasar una fortuna no lo es todo en el ámbito de la fe. Algunos ministros y sus seguidores renuncian a la pasividad sugerida por el salmo que aconseja contemplar el exterminio del malvado y han puesto en marcha acciones contundentes contra aquellos que consideran enemigos. Tal es el caso de las huestes del congoleño Paul Joseph Mukungubila, también conocido como el 'Profeta de la Eternidad', autores de una inesperada ofensiva contra el régimen de Kinshasa, al que acusan de venderse a los vecinos ruandeses. El pasado lunes, la sede de la televisión nacional, el aeropuerto internacional de la capital, el cuartel del Estado Mayor y bases militares en tres ciudades fueron objeto de sus ataques, saldados con más de un centenar de víctimas mortales.

La suicida intentona resulta sorprendente, pero no excepcional en el transcurso de la historia reciente del continente africano. Antes de esta suerte de episodio del David alucinado contra un Goliath atónito, hubo otros dirigentes mesiánicos que condujeron a los suyos al desastre. En Uganda, a finales de los ochenta, la médium Alice Auma alentó una rebelión popular, denominada Movimiento del Espíritu Santo, que pretendió tomar la capital y también acabó en un baño de sangre.

El episodio supuso el antecedente del no menos delirante Ejército de Resistencia del Señor del infausto Joseph Kony. No se trata del único hecho sangriento que ha sufrido este país, fértil para la iluminación religiosa. El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios celebró la llegada del nuevo milenio con un suicidio colectivo en el que pereció medio millar de personas incluido su fundador, Joseph Kibweteere.

Los hechos violentos constituyen una excepción dentro del auge de las sectas de raíz pentecostalista. Su proliferación ha encumbrado en pocos años a individuos y cultos que han sabido dar respuesta a la profunda religiosidad y espíritu comunitario de las poblaciones nativas, desligadas progresivamente de las creencias tradicionales pero, a menudo, no plenamente satisfechas con el mensaje y el rito de las fes importadas.

Nigeria se ha convertido en el semillero de numerosas iglesias a lo largo de las dos últimas décadas. Las sanaciones milagrosas y el apoyo del Cielo han atraído a las desarraigadas masas de las periferias urbanas. El auge de estos predicadores no parece ajeno al 'boom' demográfico y al fracaso de un Estado incapaz de proporcionar servicios básicos a más de 160 millones de habitantes.

El caudal proporcionado por las primeras donaciones pronto se incrementó con la aparición de un nutrido 'merchandising y el surgimiento final de complejos entramados empresariales, con sus propias firmas de distribución, grandes instituciones educativas y sólidos medios de comunicación como el canal de televisión Emmanuel. Su irrupción y rápido crecimiento a lo largo de las dos últimas décadas no se ha ceñido a las fronteras del gigante del Golfo de Guinea y, gracias a la difusión de sus comunidades de emigrantes, ha alcanzado el resto del continente, Norteamérica y Europa.

Los humildes templos han dado lugar a proyectos tan ambiciosos como el Faith Tabernacle, el complejo religioso más grande del mundo auspiciado por Daniel Oyedepo, el pastor más rico de África, según Forbes. La lista de los líderes religiosos más acaudalados del continente, según la revista Forbes, está dominada por nigerianos e incluye a Temitope Balogun (TB) Joshua, Chris Oyakhilome, Enoch Adeboye y Chris Okotie, ex idolo pop reconvertido en ministro del Señor.

Los lujosos modos de vida de estos maestros no son observados con recelo por sus feligreses. La promesa de salvación se suele amalgamar con la de crecimiento personal, espiritual y material, generando un mensaje sumamente atractivo para quienes hacen frente diariamente al reto de la supervivencia. Así, el zimbabuo Emmanuel Makandiwa, de tan sólo 34 años, aboga por el 'evangelio de la prosperidad', teoría que defiende que los éxitos financieros son una bendición divina.

Internacionalización

La internacionalización de estos cultos ha supuesto su trascendencia en diversos escenarios políticos. Los dirigentes de muchas naciones son conscientes de la importancia de estas multinacionales de la fe y, sobre todo, de su arraigo entre segmentos de población tan sensibles como los más jóvenes y marginados. El poder de seducción de la palabra de TB Joshua en la región austral se antoja la razón del viaje a Nigeria de Julius Malema, el fundador del partido radical Luchadores por la Libertad Económica, o de la súbita aparición de Morgan Tsvangirai, el jefe de la oposición zimbabua, en uno de los oficios de este joven y exitoso predicador.

El hecho de que las prédicas de estos nuevos mesías puedan ser seguidas a través de aplicaciones gratuitas para móvil no es óbice para que asuman maneras de los antiguos hechiceros tribales y exploten recursos del imaginario colectivo adecuándolos a la contemporaneidad. La adivinación constituye una de sus facultades más espectaculares y la herramienta más interesante para adquirir notoriedad en la escena pública.

Entre otras revelaciones, el zimbabuo Uebert Angel se atribuye el anuncio de la desaparición de Mandela y el asalto al centro comercial de Nairobi, circunstancias que le han convertido en el campeón de las profecías fúnebres, mientras que Makandiwa, el apostol de la prosperidad, ha alentado a sus compatriotas a rezar porque alguien que ha privado de la libertad a sus compatriotas desaparecerá sumiendo en el caos al país. Robert Mugabe, de profundas convicciones católicas, no se ha pronunciado al respecto.