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Turistas y curiosos disfrutan de la nieve en la plaza neoyorquina de Times Square. :: AFP
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Hércules congela el año nuevo neoyorquinoEl español, el idioma de moda en la Alcaldía de la Gran Manzana

Una tormenta de nieve y frío ártico paraliza la Costa Este de EE UU y provoca el cierre de los colegios y la cancelación de miles de vuelos

MERCEDES GALLEGO
NUEVA YORK.Actualizado:

Una tormenta con nombre mitológico descendió en la noche del jueves sobre la costa Este de Estados Unidos, envolviendo ciudades como Nueva York, Boston y Filadelfia en un denso manto de nieve. Pero si bien la nieve fue la culpable de que miles de vuelos fueran cancelados, el alcalde de Nueva York culpó al frío ártico del cierre de los colegios y universidades públicas. Hacía tres años que la Gran Manzana no registraba una mínima de -15 grados, como se esperaba anoche, sólo que esta vez los vientos árticos de 40 kilómetros por hora dejaban una sensación térmica de hasta -21 grados.

'The New York Times' decía que en la Gran Manzana hacía más frío que en Alaska, y no se equivocaba. La tormenta que ayer azotaba con saña los rascacielos había sido bautizada como Hércules, el hijo ilegítimo de Zeus dotado con la fuerza de los dioses. Incluso cuando dejó de nevar, la nieve volaba sobre las calles recién limpiadas, restando visibilidad y obligando a los quitanieves a pasar de nuevo.

Bill De Blasio, el nuevo alcalde de Nueva York que tomó posesión hace apenas tres días, deseó que la naturaleza le hubiera dado la oportunidad de prepararse para la eventualidad, pero después de pasarse la noche en vela organizando a su equipo radiaba satisfación al anunciar que los quitanieves habían limpiado más del 90% de las calles terciarias y el cien por cien de las principales. Tres años antes él mismo se había quedado atascado en su casa de Brooklyn mientras los recursos del Ayuntamiento, mermado por la crisis, se dedicaban a las principales avenidas de Manhattan. Por eso ayer proclamó que «todos los barrios han nacido iguales» y dio su primera conferencia de prensa en tiempos de crisis en Woodside, Queens.

Su recomendación: quedarse en casa. Algo que resultaba difícil para los millones de turistas atrapados en sus habitaciones. Algunos hoteles, como el Pennsylvania, ofrecieron wifi gratuito a los huéspedes para que pudieran comunicarse con sus familias e incluso tarifa reducida para quienes tuvieran que prolongar la estancia por cancelación de vuelo. Nueva York superó el año pasado su propio récord de turistas con 54,3 millones de visitantes, y el Ayuntamiento se ha propuesto que ni Hércules le impida alcanzar en este 2014 la meta de 55 millones. En Times Square un ejército de trabajadores con monos naranja le daban a la pala en plena madrugada para que al despertarse nadie se quedara sin cruzar la calle.

De Blasio predicó con el ejemplo y entregó el testigo a su hijo para dedicarse a misiones mayores. El nuevo alcalde se ha mudado a la masión oficial pero no olvida sus responsabilidades como propietario en Brooklyn, por lo que a primera estaba despejando la nieve de la acera que corresponde a su antiguo hogar. A su hijo Dante le suspendió en puntualidad, dijo decepcionado por el retraso del adolescente.

En los próximos días los turistas podrán escapar de la manzana congelada, pero los neoyorquinos sólo descansarán del frío mañana domingo, como mandan los dioses.

Aprender idiomas puede ser el propósito de Año Nuevo de muchos, pero Bill de Blasio tiene poderosas razones para dedicarle tiempo. Ayer, cuando quiso transmitir su mensaje de emergencia a los hispanos de Nueva York, tuvo que reconocer que su español ya no es lo que era años atrás, por mucho que se haya propuesto recuperar el nivel. «Tengo mucho que trabajar en mi español, así que voy a tener que echar horas extras», admitió. «Pero creo que los hispanohablantes neoyorquinos aprecian que cualquiera de nosotros les dé información crítica en su idioma. No creo que nadie se haga la ilusión de que lo hablo tan bien como debería, pero al menos estoy haciendo todo lo que puedo para serle útil a la gente». Su predecesor, Michael Bloomberg, también se esforzaba, pero su español desató muchas carcajadas.