Ematneuc
Actualizado:Las religiones se dividen en dos grandes categorías, las monoteístas, esas que adoran un solo dios, y las politeístas, las que tienen la suerte de contar con la ayuda de muchas divinidades. Las que encontraron los españoles cuando conquistaron el Nuevo Mundo eran de este segundo grupo. Los mayas, los aztecas, los incas, los guaranís, adoraban a muchos dioses. Para todo tenían un dios, para lo cotidiano, para las cosechas, para el amor, para el desencanto, para el trabajo, para la rutinas diaria, siempre había una oportuna divinidad. Siempre había una deidad a la que levantar las plegarias, con el deseo de que fueran atendidas.
El dios del viento, ese que hacía que las hojas de los árboles se movieran por arte de magia, el que provocaba huracanes y tormentas, y hacia que la brisa rozara nuestro rostro, Ehecatl. El dios del fuego, ese que conseguía calentar una estancia, el que transformaba en comestibles y apetitosos los alimentos, y modelaba lo restringido, Huehuetotl. El dios del destino, al que todos acuden en las horas de ofuscación, cuando la desesperación nos invade, en la desilusión más transitoria, Camaxtli. El dios de la luna, al que se implora las noches de estrellas, ese que controla mareas y hasta provoca maternidades, el que inspira a los poetas más inspirados, Ixchel.
No está documentado, pero los expertos en historia precolombia reconocen su existencia, el dios del tiempo, Ematneuc, era uno de los más implorados. Éste controla la cuarta dimensión, sirve para adelantar o retrasar el tiempo. Nos hace ver lo que seremos y modificar a nuestro antojo el condenado pasado.
Nuestro Gobierno, a pesar de ser católico, apostólico y romano, ha puesto velas a este dios temporal, Ematneuc. Se siente cómodo retrasando en reloj. Con sus normas nos hace retroceder años, en derechos y logros. Volveremos a una escuela separada por sexos, en la que las materias como las matemáticas, la lengua, la biología, tendrán connotaciones de género. Ahora las mujeres tendrán que ser supervisadas por un tribunal de hombres para poder decidir sobre su libertad sexual. Volveremos a los monopolios de las industrias energéticas, las más caras de toda Europa y las que nos estafan sin pudor. Los beneficios de la usura seguirán siendo desorbitados, a pesar de que la sociedad está en retirada. El derecho de pernada será recuperado como norma de convivencia aceptada por todos. Las libertades volverán a tiempos grises y de tanquetas, a cañones de agua y a infiltrados, a comisarías con sólo puertas de entrada. A que la caridad sea el sustituto de los derechos conseguidos tras años de lucha.
Qué casualidad, el nombre de este dios es como Cuéntame pero al revés. ¡Lo que nos queda por vivir!