La Filarmónica de Viena inaugura el año con un canto a la paz y la concordia
Daniel Barenboim dirige con maestría y sensibilidad el Concierto de Año Nuevo más famoso del mundo
VIENA. Actualizado: GuardarMaestría, precisión y sensibilidad derrochó ayer el director argentino-israelí Daniel Barenboim al frente de un Concierto de Año Nuevo convertido en un canto a la paz y a la celebración de la vida. Barenboim (Buenos Aires, 1942) se subió por segunda vez al atril (la primera fue en 2009) del concierto más mediático del mundo con un mensaje musical a favor de la paz y en recuerdo de la Primera Guerra Mundial.
El recital comenzó con un enérgico fragmento de 'La bella Elena', de Eduard Strauss, que los filarmónicos escogieron para rendir homenaje a la esposa de Barenboim, la reputada pianista Elena Bashkirova. Y con motivo del centenario del comienzo del conflicto bélico, la Filarmónica atacó el vals 'Palmeras de paz', que Josef Strauss compuso en rechazo a la sangrienta batalla de Königgrätz, en 1866, entre Prusia y el Imperio Austríaco. En la misma línea siguieron las piezas de Johann Strauss hijo 'La marcha egipcia', que la orquesta escogió para reconocer los esfuerzos de Barenboim por promover la concordia en Oriente Próximo, y 'Abrazaos por millones', también con un mensaje pacifista.
El programa del concierto, compuesto en su mayoría por obras de la dinastía Strauss, ofreció también piezas del francés Leo Délibes, y los austríacos Joseph Lanner y Joseph Hellmesberger. Como cada año, el concierto ha sido un canto al optimismo, un ritual que cada año arranca las sonrisas de millones de espectadores de todo el mundo (el recital fue retransmitido en más de 90 países) con la interpretación de polcas como 'Fogoso en el amor y en la danza', de Johann Strauss hijo. La química entre la Filarmónica y Barenboim funcionó a la perfección y los registros y el humor del director argentino-israelí cautivaron desde el inicio a un público entregado.
En la segunda parte destacó la delicada interpretación con cítara del vals 'Cuentos de los bosques de Viena', de Johann Strauss hijo, y 'Música a la luz de la luna' de la ópera 'Capriccio' de Richard Strauss, a quien la Filarmónica rindió tributo por cumplirse en 2014 los 150 años de su nacimiento. Los valses, polcas, cuadrillas y galopes de los Strauss terminaron con los esperados 'El Danubio Azul' y la 'Marcha Radetzky' y sus clásicas palmas.