Alta y baja tensión
Actualizado:Los reglamentos electrotécnicos y sus instrucciones técnicas definen la alta y baja tensión en función de la tensión nominal de las instalaciones, sea superior o inferior a mil voltios. Y a continuación definen lo que denominan tensiones de seguridad. Todo parece indicar que trasladando la cuestión a la situación arterial de los ciudadanos, la subida dispuesta como consecuencia de la subasta Cesur provocó una subida de tensión corporal. La respuesta del Ministro amparada en la decisión de la CNMV nos dejó literalmente sin tensión. Y la previsible subida para el segundo trimestre en torno al 4%, nos sitúe ante una situación de baja tensión, lo que va a exigir para seguir viviendo fuertes dosis de copas de amontillado viejo de Jerez o pastillas de efortil para que la desgana vital.
El análisis de lo acontecido no nos deja en buen lugar ante inversores y organismos financieros internacionales. Cuando leí el pasado verano las declaraciones de la vicepresidenta que dijo que «la seguridad jurídica cotiza en bolsa», pensé una vez más en el acierto de ciertas expresiones por ella utilizadas. El problema es que lo que dijo es tan cierto, que al día siguiente del gran desaguisado eléctrico, la bolsa cayó estrepitosamente. La inseguridad jurídica manifiesta tiene efectos letales para la economía en cualquier caso. Por eso me llama la atención que la CNMV, agrupe en su denominación dos conceptos de la mayor importancia económica: mercado y competencia. Y curiosamente lo que ha propuesto el organismo regulador ahora es un sistema de fijación de precios. Es decir, nada de mercado y nada de competencia. Ello denota la decadencia española, de un gobierno de derechas socialdemócrata, que se ha pervertido con el paso del tiempo, incumpliendo manifiestamente su programa electoral y optando por las medidas facilonas para contentar a la gran masa, muy apegada al populismo. Lo lógico y con sentido común, hubiera sido una proposición sobre fijación de precios por la CNMV que exigiera sin dudas al respecto, según normas de mercado, la mayor competencia posible, tendente al mercado perfecto y en el que sobren cualquier tipo de injerencias políticas. Todo lo demás es hacer el ridículo más bochornoso.