Sociedad

Cotilleos filosóficos

Amén de las cacareadas conquistas de Rousseau, los secretos amatorios de los filósofos salieron a la luz cuando llegaron las 'mujeres despechadas' El libro 'Muerte a los hombres que piensan' airea los asuntos de amor y alcoba de veinticinco mentes privilegiadas

MADRID. Actualizado: Guardar
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El biógrafo de Wittgenstein descubrió en las anotaciones en clave de los diarios del filósofo una confesión sorprendente sobre la relación que mantuvo con el jardinero Francis Skinner. «Me acosté con él dos o tres veces. Siempre al principio con la sensación de que no había nada malo en ello, y a continuación con vergüenza», escribe el autor de 'Tractatus logico-philosophicus'. Quizá ese sentimiento le llevó a proponer matrimonio a Marguerite Responger, a condición de no mantener jamás relaciones sexuales. Y es que Wittgenstein pudo ser fiel a su amante Skinner hasta que este murió con solo 29 años.

La mayoría solo conocíamos a este gran pensador por sus 'Cuadernos Azul y Marrón', y la verdad es que su lectura no es tan excitante como la que provoca 'cotillear' en su intimidad. Con ese mismo afán y para placer de 'voyeurs' y curiosos aparece 'Muerte a los hombres que piensan' (Ariel). La reputada editorial de filosofía y pensamiento propuso a la escritora Laura Torné y a la ilustradora Caroline Selmes, más conocidas como 'mujeres despechadas' y autoras del blog 'Muerte a los hombres malos', mostrar a los filósofos como hombres, con las mismas debilidades que los que aparecen en su bitácora.

«Cuando se nos ocurrió la idea de contar e ilustrar en clave de humor esas cosas que hacen los hombres y que nos disgustan a las mujeres, como criticar los platos que haces cuando ellos ni siquiera saben poner agua a hervir, nos movimos por las editoriales, pero no nos hicieron caso. Así que decidimos hacer un blog y las editoriales vinieron a buscarnos. Ante la buena acogida -más de 7.000 seguidores- Lunwerg nos propuso hacer un libro con el contenido del blog, que saldrá en marzo. Pero la sorpresa fue cuando Ariel nos dijo que querían que hiciéramos lo mismo pero ¡con filósofos!».

Rousseau, el conquistador

Las biografías, reales y muy bien sintetizadas, están escritas con humor y salpimentadas con curiosidades. Las autoras contaron con la ayuda del filósofo Mariano Veloy, autor de '¿Cómo aprobar exámenes en siete días?'. «Se trataba de poner la filosofía al alcance de todo el mundo y de sacar su vertiente más gamberra. Está su lado serio junto al más divertido y desenfadado; el lado humano de esas grandes mentes», explica Veloy.

Jean-Jacques Rousseau, el autor de 'El contrato social', conquistaba a la sociedad con sus ideas y a las damas de su época con su apariencia. Lo malo es que todas se vieron reflejadas en sus 'Confesiones', libro del que hizo lecturas públicas para ganarse la vida hasta que una de sus amantes, madame d'Éponay, ofendida por la falta de delicadeza con la que el pensador hablaba de sus encuentros, logró que fueran prohibidas. «En nuestros días Rousseau estaría en todos los programas del corazón y sacando un pastón contando cómo y con quién y se había acostado. En cierto modo es lo que hizo en su época», cuenta Torné.

Frecuentó las camas de damas de la alta sociedad, pero Rousseau fue muy criticado por vivir con una modista analfabeta, Thérèse Lavasseur, con la que tuvo cinco hijos a los que nada más nacer envió a un hospicio.

Pero las autoras le tenían más ganas a Schopenhauer. «Su filosofía es tan deprimente como él. Tener una vida muy complicada desde pequeño, con una madre que no te da cariño, no le daba derecho a amargar la vida a los demás». Su misoginia dejó para la historia frases como «La mujer es un animal de cabellos largos e inteligencia corta» o «En la vida de las mujeres, las relaciones sexuales son el gran negocio».

Alejado de la salvaje misoginia, pero burlón en ciertos comentarios sobre las mujeres, a las que siempre trató con delicadeza y cortesía, estaba Kant. Al autor de 'La crítica de la razón pura' le gustaba provocar a las damas asegurando que ellas no iban al cielo porque un pasaje del 'Apocalipsis' dice que «el cielo llegó a quedarse en silencio durante media hora» lo que sería imposible de haber allí alguna mujer.

Pero más curiosa es la forma de vivir del pensador alemán, cuya obsesión con sus pautados horario le llevó a protagonizar situaciones jocosas. «Todos los días hacía lo mismo a la misma hora: se levantaba, paseaba, comía. Pero un día se quedó enganchado con la lectura de un libro y rompió toda su rutina. Los vecinos, no acostumbrados a aquello, pensaron que Kant había muerto, lo que no sucedería hasta 1804». Chismorreando, el lector transita el mundo de la filosofía, desde Platón hasta Sartre, «con una lectura entretenida y didáctico», recomienda Veloy.