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«Dime cuando quieras ir a disparar»

Adam Lanza, al que sus padres aficionaron a las armas, usó tapones en los oídos para no escuchar a las víctimas de la matanza en la escuela de Newtown

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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En los meses que siguieron a la masacre en la escuela Sandy Hook, el 14 de diciembre de 2012, la Policía acumuló una cantidad ingente de pruebas y testimonios sólo para constatar que nunca se conocerán los motivos que arrastraron a Adam Lanza a acribillar a 20 niños y siete adultos en uno de los episodios de violencia indiscriminada más desgarradores que se recuerdan. Lo que sí dejan entrever los papeles publicados la madrugada de ayer por las autoridades de Connecticut es el perfil de un joven que vivía en un tenebroso mundo de aislamiento y soledad.

Sus padres, divorciados, eran conscientes de las grandes dificultades del chico para relacionarse, y ambos incentivaron en él el gusto por las armas de fuego. «Adam, feliz cumpleaños. Envíame un correo electrónico cuando quieras ir al monte o a disparar. Te quiere, papá», reza una felicitación de cumpleaños encontrada entre sus pertenencias.

De las más de 6.500 páginas, miles de fotografías y doce horas de grabaciones de vídeo puestas a disposición del público surge, por ejemplo, que Lanza utilizó tapones en los oídos para no escuchar los gritos de las víctimas durante el ataque en el colegio de Newtown. Después de efectuar 150 disparos en apenas cinco minutos con un fusil de asalto, se suicidó de un balazo en la boca al verse cercado por la Policía.

Los primeros agentes que entraron en la escuela encontraron escenas terribles, como cadáveres amontonados de niños en un baño donde los maestros trataron de ocultar a los chicos cuando irrumpió Lanza. «Había una gran pila de cuerpos en ese lugar. Al principio no sabía que era un baño y me pregunté cómo el asesino había tenido tiempo de matar a tantas personas y apilarlas en una esquina del aula. Había unos 15 cuerpos en el pequeño cuarto y varios, incluyendo dos adultos, cerca de la entrada», reza el testimonio de uno de los agentes. Todo el material sensible, como imágenes de los niños asesinados tal y como fueron hallados así como sus pertenencias personales, seguirán fuera del ojo público por respeto a las familias.

Los documentos ofrecen nuevos detalles sobre la obsesión de Lanza con las armas y la violencia. También sobre el viaje que realizó su madre, Nancy, a New Hampshire en los días anteriores a la matanza. «Es un experimento para ver cómo se comporta Adam solo en casa por unos días», había contado la mujer a un conocido. Adam, que se comunicaba con ella por correo electrónico y se cambiaba de ropa 20 veces al día hasta llenar tres lavadoras. Horas después de que la madre regresara a la vivienda, la mató de un tiro mientras dormía. Era la madrugada del 14 de diciembre y el chico se preparó para proseguir con su diabólico plan. Destruyó el disco duro del ordenador, puso a punto sus armas y se vistió casi por completo de negro antes de acudir al colegio poco antes de las 9 de la mañana.

La documentación difundida avala la gravedad del síndrome de Asperger -una forma de autismo que nos especialistas no vinculan con la violencia- que padecía Lanza, y que había provocado, por ejemplo, que su madre lo retirara de la escuela «porque era sensible a la luz y al sonido», según el testimonio de un amigo de Nancy. Un antiguo maestro contó a los investigadores que el chico mostraba una marcada actitud antisocial, que rara vez interactuaba con otros estudiantes y que en todo lo que escribía se traslucía una obsesión por «destrucción y guerra». «En todos los años de mi carrera he visto chicos hablando de esas cosas, pero el nivel de Adam era muy preocupante», relató el testigo.