La oportunidad y el mar
El derribo o el rediseño de la verja que separa Canalejas del muelle Ciudad es un viejo proyecto que cada vez encuentra menos rechazo técnico y ciudadano
Actualizado:Los gaditanos, especialmente los que han viajado en los últimos años por capitales portuarias españolas y europeas, lo tienen bastante claro. En ninguna de esas localidades, sea cual sea su tamaño, la actividad de los muelles se realiza ya junto al casco urbano. Convivieron, colindantes, hasta mediados del siglo XX, hasta finales en muchos casos. Pero ya no existen apenas casos. Es peligroso, escasamente higiénico, incómodo y, por tanto, un freno para el turismo. Hace unos años que la actividad portuaria, sin menoscabo de su cuidado, de su rentabilidad y su salud, se trasladó a las afueras. Esa mudanza suele mejorar la seguridad de vecinos de la ciudad y de los profesionales del puerto. Suele acortar trayectos y costes para los transportes y mercancías que ya no tienen que atravesar ciudades. En definitiva, son más las ventajas. Sin embargo, en Cádiz, ese debate se atascó. La propuesta de tirar la verja que separa el muelle Ciudad, el central, de Canalejas, del frontal principal del casco antiguo siempre encontró reticencias técnicas. Los expertos y profesionales decían que sería la muerte del puerto, aunque sus actividades más rentables hace tiempo que tienen otros escenarios. Hablaban de inseguridad, de riesgos, de error.
Sin embargo, esa vieja propuesta, que fuera socialista y ahora es de casi todos, ha encontrado por fin eco en la Autoridad Portuaria que parece poner la sensatez ciudadana, los beneficios colectivos, por encima de los remilgos de los especialistas. Resulta difícil pensar que todas las ciudades portuarias españolas se hayan equivocado y Cádiz esté en lo cierto.
Eso sí, conviene aprender de los errores que han cometido otros con esa transformación para aplicar los matices aquí. Ya que vamos con retraso, al menos que le saquemos alguna ventaja. Por ejemplo, aprender de todos los que lo hicieron antes.