El cadáver del exministro, junto a un coche en llamas. A la derecha, un herido en el atentado. :: REUTERS / AFP
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La guerra siria estalla en el corazón de Beirut

La explosión de un coche bomba en el distrito financiero de la capital libanesa mata a un político suní muy crítico con El-Asad y Hezbolá

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El exministro de Economía y líder de la coalición opositora libanesa '14 de marzo' Mohamed Chatah es el último integrante de la larga lista de políticos y figuras destacadas asesinados en Líbano. Estas muertes quedan en la mayoría de las ocasiones sin esclarecer, mostrando la complejidad de un país donde confluyen las agendas políticas y religiosas regionales, pero tienen en común su vínculo con la situación en Siria. Líbano está dividido entre la comunidad suní, que apoya la revuelta contra Bashar el-Asad, y la chií, que por medio del brazo armado de Hezbolá (Partido de Dios) combate del lado del presidente sirio.

Chatah, economista suní de 62 años originario de la ciudad de Trípoli y antiguo embajador en Estados Unidos, se dirigía a una reunión con Saad Hariri -hijo del también asesinado primer ministro Rafic Hariri-, de quien era asesor, cuando el vehículo en el que viajaba saltó por los aires alcanzado por la explosión de un coche bomba detonado por control remoto que contenía «entre 50 y 60 de explosivo», según el fiscal general interino ante el Tribunal de Casación, Samir Hamud. Al menos otras cuatro personas perdieron la vida y hubo decenas de heridos y enormes daños materiales en este atentado perpetrado en pleno centro financiero de un Beirut que, como cada vez que huele el peligro, cerró las persianas de las tiendas y vio cómo sus calles se vaciaban en previsión de posibles altercados.

Un hilo directo une la muerte de Chatah con la guerra en Siria según Saad Hariri, que pasa unos días en el país que tuvo que abandonar precisamente por su propia seguridad. Hariri acusó de la acción directamente a Hezbolá, milicia chií a la que también vincula con el asesinato de su padre en 2005, muy cerca de donde ayer perdió la vida el ex ministro de Economía. «Los que han matado a Chatah son los mismos que mataron a Rafic Hariri», aseguró en las redes sociales el antiguo primer ministro, en referencia a los cuatro miembros del Partido de Dios acusados de matar a su padre y cuyo juicio comenzará los próximos días después de años de arduas investigaciones.

«Por lo que sabemos, los sospechosos son los mismos que huyen de la Justicia internacional y rechazan comparecer ante el Tribunal Internacional», añadió Hariri, que acusó además a Hezbolá de «traer los incendios regionales» a Líbano, en alusión al papel directo de este grupo en apoyo de El-Asad en Siria. La coalición de las fuerzas del '14 de Marzo' instó a que el Tribunal Especial para Líbano (TEL), que juzgará a los acusados de asesinar a Hariri, también lo haga con los autores del atentado contra Chatah porque «se trata de los mismos asesinos», señaló el ex primer ministro libanés Fuad Siniora.

Desde Damasco, el ministro de Información, Omran al-Zohbi, negó en declaraciones recogidas por la agencia Sana cualquier implicación de su país en el crimen de Beirut y aseguró que «estas acusaciones erróneas y arbitrarias tienen lugar en un contexto de odio político». Horas antes de morir asesinado, Mohamed Chatah trasladó a través de su cuenta en Twitter su última reflexión política: «Hezbolá presiona con dureza para obtener los mismos poderes en seguridad y política exterior que Siria ejerció en Líbano durante 15 años».

«Creyó en el diálogo»

Este ataque contra un líder suní y figura importante de la oposición a El-Asad se produce después de una serie de atentados contra la comunidad chií. Desde julio pasado, tres coches bomba han explotado en la zona que controla Hezbolá en el sur de la capital libanesa matando a decenas de personas; el último, el 19 de noviembre frente a la Embajada de Irán, el gran aliado regional del Partido de Dios. Después llegó el asesinato a tiros del comandante de Hezbolá Hasán Hulo al-Laqis, hombre clave en la campaña militar siria, según la prensa libanesa.

El primer ministro en funciones de Líbano, Nayib Mikati, condenó «este atentado que tuvo como objetivo no sólo a un político sino también a un académico moderado que siempre creyó en el diálogo, en el lenguaje de la razón y en el derecho de cada uno a ser diferente» y alertó de que «estos actos de violencia conducirán a más tragedias y caos» en el país. Una advertencia que se ha convertido en el temor de todos los libaneses desde el estallido de la guerra en Siria, que además de inestabilidad política ha traído a más de un millón de refugiados.