Peppa, la roja
Medios ingleses y australianos acusan a la popular cerdita de tratar de aleccionar a los más pequeños con mensajes políticos
Actualizado: GuardarNadie nunca ha dudado de la amistad la abeja Maya con Willy. Nadie se planteó cómo el abuelito de Heidi la cuidaba en la casa de la montaña -con excepción de la señorita Rottenmeier y de alguna mente retorcida-. Ejemplos hay de sobra sobre los temas abordados en las series clásicas de animación, unos guiones que nunca han sido puestos en cuestión y que hicieron las delicias de aquellos que ahora peinan canas.
Sin embargo, con la generalización de los medios audiovisuales y el perfeccionamiento de las técnicas de comunicación, cualquier espacio dirigido a los más pequeños de la casa es sospechoso de manipular sus pequeños cerebritos. Las últimas sospechas han recaído sobre la buenaza de Peppa Pig, esa cerdita cabezona, que hace que los niños se coman literalmente la pantalla del televisor y que ha relegado a meros comparsas a tipos tan populares como Pocoyó.
La sospecha la ha levantado el rotativo australiano Daily Telegraph, donde un crítico acusa a Peppa de conspiración para inculcar en los niños teorías izquierdistas. A él se sumó otro crítico del periódico británico The Guardian. En este caso se acusó a la popular gorrinilla de difundir el socialismo. A ellos añadió el italiano Il Manifesto que apuntó Peppa hace bandera con el feminismo.
El caso es que unos y otros, en sus artículos, hablan de que en los espacios protagonizados por esta cerdita -que en España se ven con gran éxito en Clan TV- hay mensajes sobre el matrimonio homosexual, el ecologismo o, simplemente, la multiculturalidad. Pueden parecer temas avanzados para los niños a los que están dirigidos sus capítulos, de 0 a 3 años, aunque a buen seguro que hay otros mayores que también están enganchados a las aventuras de Peppa.
La integración de los inmigrantes, el respeto al semejante y a sus creencias o el cuidado del medio ambiente son asuntos que cualquier sociedad desarrollada tiene la obligación de proteger, tal como recogen los principios de organismos internacionales como la ONU o la misma Unión Europea.
Represando al caso español, no hace muchos años que algunas asociaciones de padres pusieron el grito en el cielo con el simpático Shin Chan, con su bailes, amoríos y travesuras. También estuvieron marcados los Teletubbies, llegándose a especular sobre sus afinidades y costumbres. Los únicos que han sobrevivido impolutos ante las críticas fueron los 'Chiripitifláuticos', ya desconocidos para las generaciones actuales, o pero que hicieron soñar a los padres y abuelos de hoy.
¿Estos mismos críticos harían tanto ruido si la buena de Peppa promoviera la segregación, la xenofobia, el machismo o, simplemente, el gamberrismo social?