Jodorkovski se resigna ante el poder de Putin
El exmagnate ruso renuncia a entrar en política y luchar por su imperio petrolero
BERLÍN.Actualizado:No quiere dedicarse a la política ni a los negocios. Quienes esperaban que el exrecluso más famoso del mundo tuviera una reacción combativa a su inesperada liberación en Rusia y su vertiginosa salida hacia Alemania se llevaron una decepción. Mijaíl Jodorkovski parecía mas bien resignado y por momentos desorientado en su primera rueda de prensa menos de dos días después de llegar a Berlín. En el emblemático Museo del Muro, junto al histórico puesto fronterizo de Check Point Charlie entre los sectores del Berlín dividido, ni tan siquiera tuvo palabras para criticar con dureza al presidente de Rusia, Vladímir Putin, responsable de que haya pasado los últimos diez años de su vida encarcelado, por último en el campo de trabajos forzados de Sagescha, junto al círculo polar ártico y cerca de la frontera con Finlandia.
Dice que todavía no ha digerido su liberación y confiesa que se enteró de la misma el viernes a las dos de la madrugada, cuando le despertó el jefe del campo de trabajo y le anunció que quedaba en libertad. «Hace sólo 36 horas», comentó sorprendido. También reveló que sólo se enteró de su viaje a Berlín cuando se encontraba de camino hacia San Petersburgo y respiró aliviado en el momento de subir a un avión privado con matrícula alemana, en cuya escalerilla le dejaron los funcionarios rusos de seguridad que le acompañaron desde Sagescha.
Vestido con un traje azul y camisa blanca con gemelos, Jodorkovski se deshizo una y otra vez en agradecimientos. A los políticos que, como el exministro germano de Exteriores Hans Dietrich Genscher, negociaron su puesta en libertad, a sus amigos, familia y a los medios de comunicación por no olvidarle y por acudir masivamente a la rueda de prensa. «Sois mi puente hacia la libertad», dijo a los periodistas. La concurrencia fue tan masiva que la pequeña sala puesta a disposición por el museo parecía a punto de reventar. Reconoció que todavía no tiene planes concretos. «Denme tiempo, necesito más de 36 horas», aunque parecía tener claras algunas cosas.
«Dentro del marco de mi carrera he conseguido todo lo que quería. Fui jefe de una gran y exitosa empresa. Mi situación financiera me permite no tener que trabajar para ganar dinero. En el tiempo que me queda para una vida activa de negocios quiero pagar mis deudas. Con la sociedad y concretamente con aquellos que lo esperan justificadamente: con la gente que está en prisión», reveló el antiguo magnate del petróleo y jefe del desmantelado consorcio Yukos, una de las empresas rusas más grandes de los años 90 del pasado siglo. Su deseo es luchar por los presos políticos que aun quedan en su país, el primero de ellos su socio Platon Lebedev, aún encarcelado: «Solo sé que no soy el último preso político en Rusia».
«Ni una confesión de culpa»
«No pienso luchar por el poder», aseguró seguidamente para dejar claro que no tiene intención alguna de dedicarse a la política y tratar de competir con el hombre más poderoso de Rusia. Tampoco tiene intención de financiar a la oposición política en Rusia. Jodorkovski declaró que su país «debería ser una verdadera democracia», aunque evitó críticas directas y al ser preguntado inevitablemente por el presidente ruso señaló que «nuestras leyes permiten a Putin continuar en el poder, porque ha sido elegido».
Le preguntaron si también agradecía a Putin su liberación y comentó que había reflexionado sobre ello». Pero no acabó de pronunciarse y parecía tener reparos a la hora de opinar abiertamente sobre el presidente de Rusia. No fue más allá de señalar que se alegraba de su decisión» y dijo que no creía que su liberación significase «un cambio hacia una política más liberal». Eso si, insistió en que el indulto que ha conducido a su liberación fue rubricado por motivos humanitarios, por la grave enfermedad de su madre Marina, que recibe una terapia contra el cáncer en Berlín.
Jodorkovski volvió a dejar claro que cuando solicitó el indulto el 12 de noviembre no asumió culpa alguna por los delitos que se le imputan y que el documento de Putin tampoco lo refleja: «El poder siempre quiso de mi una confesión de culpa, algo que siempre vi inaceptable».