MUNDO

La lucha entre milicias rivales baña de sangre el norte de Bangui

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La lucha en la capital centroafricana se incrementa, ante la desesperación de sus habitantes. Los enfrentamientos entre la Séléka y los anti-balaka se extienden por los barrios PK5 y PK12 en el norte de Bangui, y también han alcanzado la comuna oriental de Being, según fuentes de Naciones Unidas. La ciudad se halla paralizada desde hace cuarenta y ocho horas, todos los comercios se encuentran cerrados y no hay combustible. Las informaciones aseguran que la población sigue huyendo de las áreas periféricas buscando el refugio en las parroquias y demás instalaciones de las instituciones religiosas situadas en el centro urbano.

Las organizaciones humanitarias indican que hay una treintena de improvisados refugios y que la mitad de ellos acoge a una media superior a las seis mil personas. Decenas de miles también se hallan acampadas en torno al aeropuerto, en manos de los soldados franceses, y otros muchos intentan llegar a la ribera del río para intentar cruzar el Ubangui y alcanzar Congo.

Tiroteos persistentes

Los asesinatos nocturnos siguen aterrorizando a los residentes, que optan por abandonar sus viviendas. A lo largo de la pasada noche, saldada con treinta víctimas mortales, los tiroteos fueron persistentes en el norte y oeste, lo que sugiere la actividad de los milicianos de la Séléka, que siguen castigando con saqueos y asesinatos aquellas zonas consideradas feudos de sus oponentes cristianos.

Pero la impunidad de los colaboradores de la coalición gobernante también ha provocado una sangrienta respuesta. La existencia de detonaciones en el PK5 y Miskine, zonas habitadas por musulmanes, demuestra la iniciativa de las bandas cristianas, empeñadas en vengar los excesos de la coalición. Los informes de la oficina de la ONU hablan de la aparición en las calles de cadáveres con las manos atadas a la espalda que demuestran la persistencia de los secuestros y ejecuciones sumarias.

La situación fuera de la capital resulta una incógnita. En ciudades del oeste como Bozoum y Bossangoa las autoridades religiosas intentan mediar entre las guerrillas para evitar que las comunidades cristianas y musulmanas padezcan el afán revanchista.

Los campesinos han abandonado masivamente las zonas rurales, más expuestas a los abusos y las destrucciones masivas, y buscan la protección en las misiones abiertas en las capitales provinciales.