El ministro José Ignacio Wert, ayer, junto a Enrique Ponce en la presentación del plan estratégico de la tauromaquia. :: VÍCTOR LERENA / EFE
Sociedad

Wert venderá la tauromaquia en el extranjero dentro de la Marca España

Cultura propone un plan para salvar la fiesta de los toros, garantizar la lidia y crear una 'academia' que decida quién puede torear

MADRID. Actualizado: Guardar
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En medio de una batalla sangrienta entre las figuras del toreo y los empresarios de la Maestranza de Sevilla que tiene en vilo la segunda feria del mundo; con un sector taurino enfrentado, disperso, anquilosado y castigado por la crisis, el ministro José Ignacio Wert ha salido a la palestra con una hoja de ruta para salvar el toro. El Plan Estratégico Nacional de Tauromaquia, que pretende fomentar y proteger la fiesta, representa la promesa electoral del Partido Popular a los aficionados para salvaguardar su patrimonio. El documento, apodado ya Pentauro, que presentó el ministro ayer junto a Enrique Ponce y el presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, Carlos Nuñez, supone una revisión integral de la fiesta cuyos resultados se fían al propio sector y que tiene la polémica asegurada por pretender vender el toreo en el extranjero bajo la Marca España.

Después de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero accediera a traspasar la tauromaquia de Interior a Cultura, el plan para fomentar el universo cultural que rodea al toro ha sido una asignatura pendiente que se aprobó ayer. La «oportunidad histórica» de la tauromaquia, según el ministro, se resume en un ambicioso documento que se concreta en 46 propuestas que atañen a todos los estamentos de la fiesta. Entre estas, se encuentra la intención de crear una suerte de 'academia' del toro que ponga en marcha capacitaciones para los artistas «para garantizar la calidad».

Además de decir quién puede y no puede ser torero y de convertir las escuelas taurinas en centros docentes, el plan invita a fiscalizar y ajustar el trapío de las reses según el tipo de su ganadería, lo que puede resultar una concesión a toreros y ganaderos. A cambio, el plan promete agilizar la lucha contra el fraude al hacer más fácil el análisis postmortem de las astas. En cuanto a la oposición creciente de los antitaurinos, el texto solo admite que debe garantizar «el libre ejercicio» de la lidia.

Una nueva ley taurina

La intención de Cultura es romper el «inmovilismo» en el que han caído diversos estamentos taurinos y crear una nueva Ley Taurina que sustituya a la del 91. Se aprobará además un reglamento que unifique criterios entre los distintos textos que rigen los festejos en diferentes comunidades autónomas. La norma integrará las corridas y novilladas con los festejos taurinos de calle y simplificará los trámites para la organización de los festejos. Cultura pretende también «asimilar la fiscalidad» de la actividad taurina a otros sectores culturales, con lo que se abre la puerta al pago de impuestos más amables, además de promover un descenso de los precios de las entradas para los más jóvenes. El ministro aclara que el plan tendrá coste cero para el contribuyente.

Promover las corridas

La de los impuestos es la primera medida que podría resultar polémica. Probablemente, la que le traiga más dolores de cabeza al ministro Wert sea la promoción de la tauromaquia, que hasta ahora ha vivido en un plano más que discreto para los diversos gobiernos. En este punto, el plan anuncia que van a cambiar las cosas. Una de las decisiones consiste en pedir ante la Unesco la definición de la fiesta de los toros como patrimonio cultural inmaterial.

Además, en el documento se cita que el universo taurino se venderá en el extranjero bajo el paraguas de la Marca España, lo que provocará no pocos roces. También invitan a crear una base de datos para medir el impacto económico del sector y promover la presencia de los toros en los medios de comunicación, sobre todo en RTVE y RNE, un asunto que ya se contemplaba hasta ahora con escaso éxito (se ha retransmitido una sola corrida en la pública desde que se dejaran de emitir bajo el Gobierno socialista).

Hace dos años, el llamado G10, que incluía a las principales figuras del toreo, se enfrentó a las empresas taurinas a cuenta del reparto de los derechos de imagen, lo que supuso un escándalo entre los estamentos taurinos. Este año, cinco toreros se han negado a torear en la Maestranza de Sevilla si se mantiene la entidad organizadora. Cultura quiere garantizar la «libertad de empresa». Con la mayoría de los cosos controlados por unos pocos empresarios, que a su vez son apoderados de matadores y que tienen un poder creciente, instalar un sistema más justo para los intereses del aficionado va a ser la piedra de toque del plan. «Se desarrollará si todos los sectores [taurinos] están por la labor», ha dicho Wert. Ese podría ser su talón de Aquiles.