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La canciller Angela Merkel, junto al vicecanciller de su Gobierno, Sigmar Gabriel. :: JOHN MACDOUGALL / AFP
MUNDO

Merkel ya reina en Berlín

La canciller alemana inicia su tercer mandato con un poder reforzado gracias a su flexibilidad para llegar a acuerdos con socios de distinto signo político

JUAN CARLOS BARRENA
BERLÍN.Actualizado:

En breve superará al socialdemócrata Helmut Schmidt en años al frente del Gobierno alemán y muchos le consideran capaz de adelantar incluso a los cristianodemócratas Konrad Adenauer, padre de la República federal alemana, y su padrino político Helmut Kohl, que lograron mantenerse en el poder 14 y 16 años, respectivamente. La diferencia frente a sus antecesores es su versatilidad. Mientras Adenauer, Schmidt y Kohl gobernaron siempre con el mismo socio de coalición y nunca buscaron otras alternativas, Angela Merkel ha cambiado de aliado en sus tres legislaturas. También es cierto que Merkel nunca ha tenido la opción de elegir un aliado y ha aceptado negociar con aquel que prácticamente le venía impuesto.

Frente a sus dos más inmediatos antecesores, Helmut Kohl, que nunca se planteó otra posibilidad de gobierno que una alianza de cristianodemócratas y liberales, o Gerhard Schröder, fiel al binomio socialdemócrata-verde, la por tercera vez consecutiva reelegida canciller federal de Alemania está abierta a más alternativas. Nadie duda de que si Los Verdes hubiesen querido, ayer habría sido reelegida en el Bundestag por una mayoría parlamentaria de conservadores y ecologistas.

La misma noche electoral pudo vérsele coquetear con el líder verde Jürgen Trittin en el habitual debate público televisivo de los dirigentes de las formaciones que logran el acceso a la cámara baja. Envueltos como estaban en cambios de liderazgos y modificaciones programáticas tras su fracaso electoral, Los Verdes, sin embargo, reconocieron no estar listos para gobernar con Merkel, si bien dejaron claro que en el futuro ya no será tabú la opción de aliarse con los cristianodemócratas.

Tras su primera 'gran coalición' con los socialdemócratas y la segunda con los actualmente 'desaparecidos' liberales como socio menor, Angela Merkel no ha dudado en volver a aliarse con los primeros para continuar en el poder. Una alianza sólida que contó ayer con el respaldo de 462 de los 621 diputados presentes en la cámara baja. Sólo 150 votos en contra y 9 abstenciones, de los que 127 pertenecían a la oposición verde o de La Izquierda. No hubo filas cerradas tras la canciller, ya que al menos 23 parlamentarios de la Unión y el SPD le negaron el voto. Nada preocupante si se tiene en cuenta que en la anterior ocasión, al formarse la 'gran coalición' que dirigió entre 2005 y 2009, hubo al menos 48 votos en contra procedentes de sus propias filas en una cámara que contaba entonces con menos diputados que hoy.

El líder del grupo parlamentario de la Unión conservadora, Volker Kauder, había apelado poco antes ante los diputados cristianodemócratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y socialdemócratas (SPD) para que votaran en favor de la canciller con el argumento de que «la gran coalición debe mostrar desde el primer día que es disciplinada y actúa de manera cerrada». El resultado debió de satisfacerle, ya que, al conocerlo, subrayó que «supone la base para una cooperación en confianza en el seno de la gran coalición».

Primer consejo

Vestida con uno de sus habituales trajes de chaqueta y pantalón de corte Merkel, aunque en color negro por lo ceremonioso de la ocasión, la vieja y nueva jefa del Gobierno germano aceptó sonriente el resultado y acudió al Palacio de Bellevue a recoger de manos del presidente federal, Joachim Gauck, su nombramiento oficial. Y después su nuevo equipo ministerial procedió a jurar sus respectivos cargos ante el pleno parlamentario y el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, utilizando sin excepción la coletilla religiosa de «con la ayuda de Dios». El primero de ellos, el nuevo vicecanciller y superministro de Economía y Energía y presidente del SPD, Sigmar Gabriel. Juntos celebraron poco después la primera reunión del consejo de ministros.

Los analistas políticos consideran que la flexibilidad de Merkel tiene su origen en su pasado como ciudadana prácticamente anónima de la extinta República Democrática Alemana. El derrumbe del sistema debió de enseñarle que nada es eterno y que es mejor no comprometerse si no hay necesidad de hacerlo. Por eso quizás le cuesta afianzarse en una posición y es capaz de abandonarla también de una manera que sus propios correligionarios acaban por no saber cuál era su postura inicial. El analista Günter Bannas, del 'Frankfurter Allgemeine', dice que Merkel es «un sistema en aprendizaje permanente», hambrienta de información, que ha sabido rodearse de correligionarios fieles para alcanzar actualmente su mayor momento de incuestionable poder y popularidad.