Economia

El difícil equilibrio de la reforma fiscal

El Gobierno pretende acompasarla al calendario electoral, ingresar más bajando tributos como el IRPF y aplacar a Bruselas La propuesta de la comisión de expertos buscará acabar con la paradoja de tipos altos y poca recaudación

MADRID. Actualizado: Guardar
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El proyecto de reforma global del sistema tributario, cuyas líneas generales el Gobierno de Mariano Rajoy ha encargado diseñar a una comisión de expertos, es un puzle conformado por infinidad de piezas dificiles de casar para obtener el cuadro al que aspira el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. El comité de 'sabios' se enfrenta al dilema de tener que idear un sistema capaz de incrementar la recaudación en un momento en que las bases imponibles han caído porque el paro ha reducido el número de contribuyentes por rentas del trabajo y porque quienes aún aportan al sistema pagan menos, ya que sus sueldos han bajado. Por su parte, el Gobierno del PP afronta los retos de acompasar la entrada en vigor de la reforma a un período en el que hay elecciones generales sin enfadar a sus votantes y de cumplir su promesa de acabar la legislatura con impuestos más bajos que al inicio. Por si fuera poco, necesita aplacar a Bruselas, que exige subidas de tributos como el IVA para garantizar la senda de reducción del déficit.

Más allá de los vaivenes que provoca el ciclo económico, el modelo fiscal español adolece de un problema sistémico, denunciado en los últimos años por analistas de organismos como el Consejo General de Economistas (Reaf), la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) y el Instituto de Estudios Económicos (IEE). Es su gran paradoja: tipos de los más altos de Europa en algunas figuras, pero un porcentaje de recaudación sobre el Producto Interior Bruto (PIB) muy inferior a la media de la zona euro.

Durante los años del auge desproporcionado del sector inmobiliario, el plus de actividad que generó el ladrillo camufló esa deficiencia. Entre 2003 y 2007 la curva de ingresos mostró una trayectoria ascendente que pareció llevar a la convergencia con la UE. Sin embargo, el estallido de la burbuja y la interminable crisis interrumpieron ese proceso. Ni siquiera las sucesivas subidas de impuestos decretadas por gobiernos de distinto signo (PSOE y PP) sirvieron para que la recaudación recuperara el terreno perdido. Volatilizados unos ingresos que eran fruto de una situación coyuntural, el sistema se reveló incapaz de cubrir las necesidades de recaudación.

El Consejo General de Economistas denunció la semana pasada algunas causas de esa deriva. En el impuesto sobre la Renta (IRPF), los tipos en España han sufrido abruptos vaivenes comparado con la media europea: un descenso de 13 puntos porcentuales en el marginal máximo entre 1995 y 2010, y un aumento de 9 puntos entre 2010 y 2013, mientras que la UE tuvo en los mismos plazos una bajada de 7,4 puntos y una subida de 2,9 puntos. En 2013, el marginal máximo aplicado en España (52% y hasta el 56% en Cataluña) está entre los más altos del mundo, muy por encima de la media de la UE (38,7%, según el IEE).

España, que llegó a la crisis con un tipo general de IVA bajo comparado con sus socios, también es el segundo país comunitario en el que ese gravamen ha subido más (cinco puntos, del 16% al 21%, entre 2009 y 2012). La media europea apenas ha escalado punto y medio, del 19,8% al 21,3%. El problema de España, explican los expertos, es que ahora toda subida abrupta estrangula el consumo y al final la recaudación no mejora. Por si fuera poco, la Comisión Europea -como la OCDE- reclama nuevas subidas de ese impuesto por la vía de recortar la lista de productos sometidos a tipos reducido (10%) y súperreducido (4%).

Agujeros en la recaudación

En el Impuesto de Sociedades, España cuenta también con uno de los tipos nominales más altos (30% frente a la media del 23% en la UE). Pero el nominal no tiene nada que ver con el efectivo, pues hay una maraña de deducciones y exenciones que agujerean la recaudación. Según el Reaf, que cita datos de la Agencia Tributaria, en 2011 el tipo efectivo sobre el resultado contable positivo en empresas que no tributan en régimen de grupos fue del 16,7%, y para los grupos fiscales fue del 8,8%.

La primera tarea del grupo de expertos será desterrar esas paradojas. Lagares ya ha dicho que buscará «simplificar la tributación», la «progresividad» y «garantizar la estabilidad presupuestaria» en una coyuntura adversa. ¿Cómo? Fuentes de Hacienda explican que en el IRPF se intentará acabar con los tipos «altísimos» actuales, una «simplificación» de tramos (ahora hay siete) y tal vez una elevación de los mínimos exentos. En Sociedades la reforma suprimirá deducciones para elevar el tipo efectivo, sobre todo de las grandes empresas. A cambio, Hacienda ha filtrado que podría aprobar una rebaja del tipo nominal. En el IVA prevé «algún ajuste», por ejemplo para reducir la lista de productos sometidos a tipos reducidos y así contentar a Bruselas. También se esperan más impuestos 'verdes'.

El secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, ha anunciado que la entrada en vigor de la reforma será «escalonada» para no perjudicar al crecimiento económico. Pero hay expertos que temen que la motivación real del Gobierno es acompasar su aplicación al calendario electoral. Montoro ya ha dicho que en 2015 (año en que se celebran comicios generales) suprimirá la subida del IRPF aplicada en 2012, 2013 y 2014. La gran pregunta es si otras medidas impopulares, como la reclasificación de productos y gravámenes en el IVA o la temida supresión, con carácter retroactivo, de la deducción general por compra de vivienda se reservan para pasadas las elecciones. Uno de los analistas consultados considera que es «más que posible» que así se haga.