Diego Costa desnuda al Valencia
Los de Djukic dominaron en el primer tiempo pero fueron arrollados después por un Atlético descomunal que se iguala con el Barça, aventaja en cinco puntos al Madrid y se queda a sólo un gol de ser líder
MADRID Actualizado: GuardarDotado de un físico extraordinario, una fe que mueve montañas, un plan que sus jugadores conocen al dedillo y de un Diego Costa descomunal, el Atlético aplastó a un desfondado Valencia en la segunda parte y se acostó a sólo un gol de ser líder por mejor diferencia que el Barça. Era algo más que una anécdota porque lo pidió Simeone con vehemencia desde el banquillo. Lo del partido a partido es una máxima estupenda para quitar presión a sus jugadores y evitar distracciones peligrosas, pero evidenció que los rojiblancos van muy en serio. Sólo se han dejado cinco de los 48 posibles en Liga, han ganado sus ocho partidos en casa y son los menos goleados.
Careció de punch, de convicción y de físico tras el descanso, pero antes no pareció el Valencia ese equipo vulgar, falto de identidad y sin liderazgo de los últimos tiempos, un conjunto incapaz de vencer al Nastic en Copa y al Kuban Krasnodar en la Liga Europa, y con Djukic todavía en el cargo por el caos institucional que acorrala al presidente, Amadeo Salvo. Durante el primer tiempo, supo controlar a un Atlético que confundía velocidad con precipitación y se preocupó en exceso de protestarle al árbitro las infracciones tácticas de los rivales y las pérdidas de tiempo de Diego Alves.
Excepción hecha del emergente Bernat, le faltó velocidad y acelerar en los últimos metros para poner en aprietos a un conjunto del 'Cholo' al que ni por asomo le inquieta perder la posesión. Los colchoneros presionaban arriba para robar con menos metros para atacar pero si no lo conseguían, dado que Víctor Ruiz, Parejo y Oriol Romeu la sacaban con elegancia, replegaban de inmediato. Los levantinos nadaban pero guardaban la ropa y, sobre todo, vigilaban de forma muy estrecha a un Diego Costa entonces incómodo y teatral.
Perfil bajo de Villa
Simeone es un gran estudioso de los rivales. Se percató de que tres de los cuatro zagueros del rival eran zurdos. Y cargó el Atlético todo el juego por el lado contrario. Tanto lo hizo en el período inicial que se hizo previsible y Juanfran se quedó inédito por su costado, donde este curso el alicantino es un puñal. No llegaba el Atlético a los dominios de Alves porque falló demasiados pases y Costa no encontró la colaboración de Villa, que siempre llegaba unas décimas tarde.
Aceleró el Atlético tras la reanudación, y de qué forma. Atacó en bloque y se fue con decisión en busca del gol que dibujara otro panorama. Entendió a tiempo que había llegado el momento de asumir más riesgos. Avisó Diego Costa, insistió Arda, la tuvo Villa y la remató el ariete. Arrancó por velocidad, Víctor Ruiz se equivocó al dejarle permanentemente salida hacia la izquierda y el tiro raso del futuro internacional español destrozó a los valencianos. Instantes después, Simeone retiró a Villa, una vez más desacertado ante el equipo en el que explotó como jugador antes de recalar en el Barça, e introdujo a Raúl García, seguramente el futbolista del momento. Prácticamente el primer balón que tocó, el pamplonés lo convirtió en gol. Estaba suelto en el área y lo reventó con la zurda.
Djukic trató de revolucionar a su tropa con Alcácer y Pabón, pero el Valencia ya no tenía fuerza, ni enemigo frágil enfrente, para lograr la gesta. Al contrario, pudo salir goleado. Alves, consumado especialista en detener penaltis, le adivinó la intención en una pena máxima a Diego Costa tras una interesante charla entre ambos en el punto fatídico. Se movió mucho antes el portero, pero el árbitro no ordenó repetirla. Minutos después Víctor Ruiz volvió a derribar a Costa, que esta vez no perdonó y firmó su decimoséptimo gol en Liga. Lo lanzó igual pero más alto. Faltó uno más para completar otra noche mágica del Atlético.