El desgobierno de un club
Actualizado: GuardarUna de las tradiciones futbolísticas inglesas, casi todas lo son, es el llamado ‘Boxing Day’. Se trataba de un día en el que los asalariados, obreros y trabajadores más humildes -público mayoritario en los estadios en el siglo XIX- cobraban un pequeño aguinaldo. Los equipos de entonces aprovechaban para ofrecer más partidos y hacer más taquilla pese a las obvias incomodidades climatológicas de estas fechas. De aquel ritual decimonónico deriva la actual costumbre de concentrar partidos todos los días de las semanas de Navidad y Fin de Año en la liga inglesa, la mejor organizada del mundo como espectáculo televisivo y de masas. Esa costumbre pone por encima al aficionado, al espectador. Cuando tiene más tiempo libre, cuando está de fiesta, se le ofrece una diversión convertida en monumental negocio.
En Cádiz, salvando las enormes distancias económicas, se ha dado el caso inverso. Los jugadores de la primera entidad deportiva de la ciudad, con la connivencia de los entrenadores, han decidido que quieren irse de vacaciones cuanto antes. Les da igual que los espectadores tengan problemas para acudir al partido (Cádiz-Cacereño) un viernes. Los futbolistas lo decidieron y no había nadie para negarles el capricho, para decir que los abonados están en primer lugar.
Este hecho, menor, revela un conflicto mayor. El Cádiz Club de Fútbol está sumido en el desgobierno. Unos gestores salientes y otros entrantes dejan la casa sin barrer. Los jugadores tienen sueldos atrasados y las decisiones más esenciales, como las que afectan al calendario, no las toma nadie o las toman los que no deben. Por el bien de los cadistas cabe exigir que es