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Un combatiente apunta con su arma a pie de calle en choques contra las fuerzas progubernamentales en el norte de Alepo. :: MEDO HALAB / AFP
MUNDO

Los islamistas se erigen en la única alternativa al presidente sirio

La alianza de siete brigadas, a la que EE UU y Reino Unido suspenden la ayuda, se ve como reacción saudí al acuerdo con Irán

MIKEL AYESTARAN
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El nacimiento y puesta en marcha del Frente Islámico (FI) marca el inicio de una nueva fase en la guerra de Siria. El poder exhibido por esta alianza de siete importantes brigadas islamistas, que el fin de semana se hizo con el control de las posiciones que el Ejército Sirio Libre (ESL) mantiene en la frontera con Turquía, ha llevado a Estados Unidos y Reino Unido a suspender su ayuda «no letal» a los grupos armados de la oposición que operan bajo el paraguas del ESL. El proyecto de Occidente de llenar el vacío dejado por el régimen con el brazo armado de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (Cnfros) no ha fructificado y el ESL, cuyo mando supremo, el general Salim Idriss, huyó el domingo a Catar según The Wall Street Journal, ha quedado relegado a un segundo plano por el empuje de grupos vinculados a Al-Qaida como el Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL, por sus siglas en inglés) y el Frente Al-Nusra, o por el recientemente formado Frente Islámico (FI), cuyo proyecto para Siria persigue «el establecimiento de un califato en el que la soberanía esté en manos exclusivas de Alá», según declararon el día de su formación.

El portavoz de la Cnfros, Jaled Saleh, negó que existan problemas con los islamistas y señaló que en los últimos días el ESL les ha pedido «colaboración para defender sus bases de Al-Qaida». Saleh negó además la huida de Idriss, que según sus palabras permanecería en la frontera entre Siria y Turquía para mantener encuentros con los dirigentes del FI. Una versión de los hechos diferente a la ofrecida por Washington y que empujó a Occidente a paralizar su ayuda «no letal» a la oposición armada.

Analistas internacionales como Elias Muhanna, responsable del blog 'Qifa Nafki', ven el nacimiento de este FI como parte de la reacción de Arabia Saudí al pacto nuclear entre Estados Unidos e Irán, gran aliado de Bashar el-Asad. Muhanna subraya el papel de liderazgo asumido por los saudíes en la oposición armada frente a Catar, que hasta ahora había jugado un rol fundamental. Riad trata de «debilitar a las franquicias de Al-Qaida en favor de un gran ejército suní capaz de derrocar a Bashar», según subrayaba recientemente el periodista irlandés Patrick Cockburn, autor de tres libros sobre los conflictos en la región, en The Independent.

«La población siria se levantó contra la dictadura exigiendo democracia, el régimen respondió masacrándoles y Occidente ignoró su penuria; entonces llegó Al-Qaida». Así comenzó su último artículo para la revista Jot Down Javier Espinosa, periodista español secuestrado por el ISIL en el norte de Siria el 16 de septiembre. La llegada de la organización terrorista significó un reforzamiento para una oposición armada cansada de escuchar las promesas de EE UU y la UE, además del comienzo de los ataques suicidas y con coches bomba en las zonas controladas por el régimen.

El error de Afganistán

La irrupción del Frente Al-Nusra, franquicia de Al-Qaida en Siria, se produjo el 24 de diciembre de 2011 y su ataque más sangriento hasta el momento tuvo lugar contra una sede de la seguridad en Qazaz. Costó la vida a 55 personas y más de 300 resultaron heridas. Encendía las alarmas en Occidente sobre la deriva de los grupos armados de la oposición.

«La resistencia de nuestro pueblo en Siria a pesar del dolor, el sacrificio y el derramamiento de sangre, prosigue y aumenta». Ayman Al-Zawahiri, número uno de Al-Qaida tras la eliminación de Osama bin Laden, ha hecho suya de forma pública en dos ocasiones la lucha de los sirios contra el régimen y en sus mensajes muestra su apoyo abierto a los opositores, a quienes pide que no confíen en «Occidente o en Estados Unidos o los gobiernos árabes o el de Turquía».

El combate liderado por Al-Qaida, ha dinamitado la unidad de acción entre los opositores y empujado a Occidente a recuperar la opción del diálogo como salida al conflicto, por lo que se trabaja contra el reloj para organizar una conferencia de paz en Ginebra a finales de enero. Arabia Saudí no es partidaria de esta salida negociada y por ello habría apostado por la creación del FI, lo que «puede llevarle a repetir el mismo error de Afganistán, donde fabricó decenas de grupos de muyahidines sin unidad política definida. Ganaron la guerra pero fueron incapaces de gobernar el país, lo que trajo una guerra civil y allanó el camino a los talibanes», advierte en un reciente análisis Yazid Sayegh, investigador de The Carnegie Middle East Centre.