Mandela posa entre los barrotes de su celda, junto a una vela, en diciembre de 1999. :: MIKE HUTCHINGS / REUTERS
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Una vela ilumina la celda de Mandela

Excompañeros de prisión y trabajadores se reúnen en Robben Island para recordar al hombre que «triunfó sobre la adversidad»

JOHANNESBURGO. Actualizado: Guardar
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La luz de una vela ilumina desde ayer la celda en la que Nelson Mandela pasó el grueso de los 27 años que cumplió en prisión. Una habitación de apenas cinco metros cuadrados en la que el reo 46664 «triunfó sobre la adversidad», como el resto de los presos políticos de la cárcel de Robben Island que ayer le recordaron con un nudo en la garganta. Exguardianes y compañeros se reunieron frente a la prisión -convertida en museo- para homenajear al hombre que «devolvió la esperanza» a un país maltratado por el 'apartheid'. «Nuestro deber como sudafricanos es mantener vivo su legado, ahora debemos romper la barrera que sigue separándonos», se dolió Lionel David, uno de sus compañeros de fatigas en la temible cárcel de Ciudad del Cabo.

Lorraine Steenkamp tampoco quiso dejar pasar la oportunidad de acercarse a Robben Island para despedir a Madiba. Ella encarna el sueño por el que luchó el exmandatario. «Si Nelson Mandela no hubiese combatido por nuestra libertad, yo no hubiera podido casarme con mi marido ni tener estos dos hermosos hijos», recordó esta sudafricana de Venda refiriéndose a las leyes del 'aparheid' que prohibían las relaciones sexuales entre personas de diferentes razas. Ella es negra y su marido afrikáner, la comunidad descendiente de los primeros colonos europeos que instauró el régimen de segregación racial.

El personal de la isla-prisión, entre los que se encuentran expresos políticos que ahora ejercen de guías turísticos, recuerdan la pena que sienten por esta pérdida a los visitantes que cada día se acercan al museo para conocer de primera mano el sufrimiento al que se tuvo que enfrentar el icono mundial de la lucha contra el racismo.

«Sonrisa única»

Precisamente ayer y ante una audiencia entregada, el exguardián de la prisión Christo Brand, que con el paso del tiempo se convirtió en amigo íntimo de tan ilustre prisionero, recordó al Mandela más entrañable. Al que no cambió su manera de ser ni sus ideales cuando se convirtió en presidente: «Sé que murió en paz y es por eso que luchó».

«Todo el mundo está muy triste, casi todos mis compañeros tenían una relación personal o vínculos con él porque de vez en cuando solía visitarnos», explicó a AFP el director del museo, Sibongiseni Mkhize. No cabe duda de que Mandela hizo grandes amigos en Robben Island. Amistades que el expresidente conservó hasta el final de sus días como Andre Mlangeni, condenado también a cadena perpetua por sus actividades contra el régimen racista.

«Fue una inspiración para miles de millones de personas al simbolizar los valores del sacrificio, la sabiduría y la paciencia. Creó esperanza cuando no había nada», dijo durante su intervención en el funeral celebrado en el antiguo Soccer City. Emocionado y con la voz temblorosa, Mlangeni invitó a toda la audiencia a recordar su «sonrisa única» y a «celebrar su vida y su legado».