Asesinos 'silenciosos' en Bangui
Las milicias amenazan con fusiles y luego matan con machetes para evitar ser descubiertas por las tropas francesas en la República Centroafricana
Actualizado:Las bandas suelen irrumpir por la noche en las viviendas de sus víctimas. Los asesinos amenazan con fusiles a los moradores, pero degüellan empleando cuchillos y machetes. Es el 'modo silencioso' que denuncia el arzobispado de Bangui, una manera de evitar ruidos y no ser descubierto por los vecinos ni por las tropas extranjeras que pueden patrullar por las inmediaciones. Los cadáveres aparecen con las luces de la mañana, en Castor, Kattin, Bimbo, Fouh o Bégo, algunos de los barrios más castigados por la represión de la capital centroafricana.
Los efectivos galos de la 'operación Sangaris' detuvieron ayer a diez sospechosos y aprehendieron armamento, pero no lo tienen fácil en su ambiciosa pretensión de desarmar a los guerrilleros de la Séléka y los 'anti-Balaka'. El silencio nocturno y la capacidad para camuflarse entre la multitud complican su intención de pacificar la convulsa República Centroafricana. «Rehúyen el enfrentamiento», explica Jaime Moreno, director del Servicio Jesuita a los Refugiados. «Se despojan de sus uniformes y pasan desapercibidos».
La paz tarda en volver a la capital. Las calles siguen desiertas y sólo algunas tiendas en las áreas menos peligrosas se aventuran a abrir para aquellos que demandan víveres. El Ejército francés ha comenzado sus requisas en zonas como San Pablo y Kasai, pero los enfrentamientos continuaron en los barrios de Combattants y Boy Rabe, el feudo de los seguidores de Bozizé y objeto habitual de las 'razzias' musulmanas.
La noticia, no confirmada, de la detención de Nouradine Adam, un autoproclamado general de la milicia islamista, puede constituir el avance más significativo en la consecución de la paz. Este caudillo dirigió hasta hace sólo quince días un centro clandestino de detención, tortura y muerte. Además, el Gobierno de Michel Djotodia rompió el domingo su habitual inoperancia para anunciar la destitución de Joshua Binoua como ministro de Interior. Los rumores señalan a este pastor protestante como uno de los instigadores del fenómeno 'anti-Balaka'. Ahora permanece acogido en el cuartel de las fuerzas multinacionales africanas.
Aldeas destruidas
La inseguridad mantiene a unos 72.000 residentes recluidos en instituciones religiosas y asentados alrededor del aeropuerto, al hipotético amparo de los efectivos franceses. Los problemas sanitarios y de alimentación son cada vez más graves en recintos como el de Don Bosco, donde han buscado refugio 18.000 personas. «Por ahora, no tenemos la impresión de que la gente pueda volver a sus hogares», reconoce Amy Martin, responsable de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios.
La situación resulta aún más crítica en poblaciones como Bossangoa, donde 40.000 desplazados se hacinan desde hace un par de semanas en la misión católica. Las informaciones de la ONU hablan de 38 muertos por los combates en esta ciudad y de docenas de fallecidos en las vecinas Bozoum y Bocaranga. Las fuentes de la cooperación española aseguran, asimismo, que unas quinientas aldeas han sido destruidas en esta región noroccidental, la más afectada por la espiral de ataques sectarios y sus respectivas venganzas.