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El peor juzgado de España

ENRIQUE MONTIEL DE ARNÁIZ
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Estaba ya ahí cuando me colegié como abogado 'de boina y rabillo', que dice mi amigo Juan Carlos Funes, hace demasiados años. Apuesto que ahí seguirá cuando me jubile (o sea, cuando espiche). Como isleño de San Fernando parido en Cádiz -en 1977 los isleños no nacíamos en el Hospital de San Carlos (o sea, igual que ahora)- me siento orgulloso de mi tierra: de Camarón, de Pepe Oneto, de la Niña Pastori, de José Revuelta, de Alex O'Dogherty. De mi padre. También lo estoy de la ruinosa Casa Lazaga, del Parque sin Historia ni Mar, del Hotel Barceló Camposoto, de la faraónica obra del tren-tran-sin-vía. Y de la sentencia del Tribunal de Cuentas que espero conlleve ceses o dimisiones. Inmediatas. Pero tengo además el dudoso honor de disfrutar del Peor Juzgado de España.

En el viejo tribunal de la plaza de San José conocí, allá por 2002, a Tomás, el guardia civil que franqueaba su paso. Gracias a su vista de lince era innecesario comprar detectores de metales para la entrada. Ahora que lo pienso, daba igual que en apenas cuarenta metros cuadrados de planta se rozaran drogadictas, maltratados, morosos y divorciantes porque Tomás hacía que todos guardaran silencio, coño. Si un detenido vomitaba en los baños te dejaba entrar a su vestuario donde -¡cómo es la Benemérita!- hasta disponían de un rollo de papel higiénico. Aún lo recuerdo increpando a Antonio si perdía el Barça; ayudándole a contener las hordas inscribidoras del Registro Civil, cuando lo del cheque-bebé. Luego subía a vigilar a Luis el Moro, que ni es moro ni ná, mientras tomaba declaración a imputados entre mojones de expedientes. Aunque Tomás estaba ya a pique del jubilati con tomati, hacía cuerpo a tierra para recoger los amontonados AZ que amparaban constitucionalmente a las cucarachas en el destrozado suelo, en los apolillados archivos ubicados en las agrietadas escaleras, junto al despacho de María Fernanda, la entrañable secretaria judicial que nos abandonó por una oficina sin humedades.

El otro día le fui infiel, al viejo Juzgado en ruinas. Acudí a visitar el brillante tribunal pendiente de construir por la Junta de Andalucía desde hace una década. Paseé su parcela yerma, coloreada de brotes verdes, que linda la Comisaría. Es un lugar mágico, baldío e invisible, donde los fantasmas litigan con los ratones de campo. Nuestro castillo invisible de la justicia; el Peor Juzgado de España. El que nunca se construirá.

@montieldearnaiz