Los soberanistas aplazan la fecha y la pregunta de la consulta a finales de diciembre
La Generalitat advierte a los partidos de que si no hay acuerdo toda la clase política catalana hará un «ridículo monumental»
BARCELONA. Actualizado: GuardarLa que Artur Mas suele calificar como la operación política de mayor envergadura en Cataluña en los últimos 300 años corre ahora el riesgo de convertirse en un guirigay que desemboque en un «ridículo monumental». Esa es la opinión del Gobierno catalán, que ayer trató de zafarse de toda la tensión que tiene encima y trasladó la presión a los partidos catalanes que impulsan la consulta, con el objetivo de que antes de final de año sean capaces de pactar una fecha y una pregunta para el referéndum.
Si no lo logran entre el 27 y el 31 de diciembre, el periodo que el portavoz de la Generalitat, Francesc Homs, dio ayer como probable para el pacto, el proceso soberanista saltará por los aires. «La alternativa al acuerdo es el no acuerdo, que comportaría que si no hay pregunta tampoco habrá consulta, ni proceso; entonces todos habremos hecho un ridículo monumental», advirtió el portavoz catalán.
Cansancio de la ciudadanía
La Generalitat reconoce que el debate empieza a hastiar a la ciudadanía, por lo que evita manifestarse sobre cómo van las negociaciones. Pero hay un dato revelador. La semana pasada, Jordi Turull, jefe de filas de CiU en el Parlamento catalán, situó la fecha para la fumata blanca en la semana del 16 al 22 de diciembre. Con el regreso de Mas de la India, las conversaciones se han retomado al máximo nivel, aunque no hay avances. Por ello, a pesar de los rumores desmentidos desde el Palau de la Generalitat de que el anuncio de la pregunta podía hacerlo Mas en TV-3 el día 16, el Ejecutivo catalán se cura en salud y pospone el plazo hasta el último minuto del año, pidiendo a los partidos que estén a la altura de la circunstancias.
Mas necesita un acuerdo con las cinco formaciones. De no sellarlo, el proceso volvería a un cajón de su despacho. Si quien se descuelga es ICV, el frente soberanista en la cámara catalana superaría por los pelos la mayoría absoluta. Nada que ver con las amplias mayorías que reclama el presidente de la Generalitat. Pero si quien se apea fuese Unió, CiU se rompería, Mas tendría que convocar elecciones y el proceso debería empezar de cero. En cambio, si el pacto excluye a Esquerra, Mas se queda sin apoyo para los presupuestos y solo para gobernar. Salvo que el PSC le echara un cable, también se vería obligado a adelantar los comicios. La única baza que le queda a Mas es que los cinco cedan y se pongan de acuerdo.