El heavy tiene 'kura'
El padre Vicente Esplugues oficia misa con sus pendientes en las orejas, sus tatuajes y su look duro, y llega como nadie a los feligreses
Actualizado:¿Pero de verdad que ese tío de la camiseta de AC/DC es cura? ¿El calvo grande de los dos pendientes? ¿Pero cura-cura, de los que dan misa? Vicente Esplugues (Valencia, 1970) suelta una carcajada cada vez que recuerda alguno de esos episodios en que el duro 'jevimetalero' que lleva dentro y exhibe por fuera ha jugado una curiosa pasada al sacerdote que también es las 24 horas del día.
De que Vicente es un cura rockero dan fe sus pantalones de camuflaje, sus botas negras de cuero, su par de zarcillos en las orejas, sus tatuajes en las pantorrillas (un trasgo asturiano y una calavera), sus camisetas de Extremoduro, Barón Rojo, Led Zeppelin, Fito. y su colección de discos, desde el metal de los alemanes Ramstein hasta el rock urbano de los navarros Marea.
Vicente es uno de esos pastores que el aire fresco del fenómeno Francisco reclama para la nueva evangelización, un tipo cercano al que los jóvenes entienden a la primera. Su imagen no es, desde luego, la más ortodoxa de la iglesia española, acostumbrada a ver impartir la comunión a párrocos con más alma de 'doncamilo' que de 'robeiniesta'. Pocos curas habrá en nuestros templos que luzcan pendiente y que tras las salves marianas y del 'podéis ir en paz' se metan un electrizante chute de heavy metal, aunque las campanas que suenen sean las del mismísimo infierno dobladas por AC/DC. Tampoco las gafas negras de pasta, su rasurada cabeza y su metro ochentaylargos le ayudan a pasar desapercibido en las misas. y en los conciertos, en los que, incluso, ha tenido que sacar el carné de cura para parar los pies a alguna chavala con la tentación de ligar.
Forofo del Valencia, el vicario más 'kañero' del noreste de Madrid es el más pequeño de seis hermanos que se quedó huérfano de madre con cinco años y al que su padre, cuando supo que el hijo radical y contestatario quería probar lo de estudiar para sacerdote tras participar en unos encuentros con los misioneros de Verbum Dei, le soltó cabreado: «Así que ya te han manipulado esos hijoputas».
Vicente ha militado siempre en el rock y en el lado más frágil de la vida. También en el más rojo. Porque si en la banda sonora de su existencia suenan los acordes de Metallica, Soziedad Alkoholika y la Internacional, el motor de su existencia es Jesucristo, el Evangelio y los más necesitados. Como misionero vivió la miseria extrema en Camerún y Venezuela, y ahora en Madrid ejerce como pescador de hombres con la Palabra de Dios (Verbum Dei) y con la máxima de ayudar y reconfortar al pobre, sea material o espiritual: ancianos enfermos, matrimonios en crisis, jóvenes que se hacen preguntas y no tienen respuestas, parados sin esperanza y sin dinero. y también hombres y mujeres con la vida más o menos resuelta, pero a los que les falta gasolina en el corazón y la encuentran en este tiarrón cuya estética despierta cero prejuicios entre los feligreses.