Irán ya mira a Occidente para hacer negocio
Actualizado:Cuando hace una semana el ministro de Exteriores y jefe negociador de Irán, Javad Zarif, estrechaba la mano en Ginebra con los enviados del 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, la puerta del negocio con la república islámica volvía a abrirse después de 18 meses cerrada a cal y canto. Washington aplica medidas de castigo contra Teherán desde 1979, cuando triunfó la revolución del imán Jomeini contra el Shá, pero hasta julio de 2012 el Gobierno estadounidense y Bruselas no se unieron para sancionar al sistema financiero y petrolero iraní como medida de presión contra el programa nuclear.
Las restricciones aplicadas en apenas año y medio por EE UU y la UE han sido más prácticas que tres décadas de castigos unilaterales contra un país que el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) califica en su último informe, de septiembre de 2012, de «muy interesante para las empresas españolas». «Las sanciones han sido realmente efectivas, el país estaba ahogado y la presión de la población pidiendo un acuerdo al régimen era cada vez más fuerte», opina Aitor Guerra, responsable del área de internacionalización de la Cámara de Comercio de Bilbao.
Cuando el país más poblado del Golfo Pérsico, con más de 80 millones de habitantes, y con las terceras reservas mundiales de petróleo da un paso de estas características las consecuencias en los mercados son instantáneas. Apenas 24 horas después del pacto nuclear, el precio del petróleo registró su mayor bajada en tres semanas hasta fijarse en los 109 dólares el barril de Brent (80 euros al cambio) y a nivel doméstico el rial, que ha perdido un 80% de su valor respecto al dólar desde 2011, siguió con la mejora progresiva que experimenta desde la llegada a la presidencia del clérigo moderado Hasán Rohani en junio. El cambio en las calles de Teherán se situó en los 29.000 riales por dólar, un 3% de variación respecto a los momentos anteriores al acuerdo.
«Las sanciones han provocado una caída espectacular del rial en muy corto espacio de tiempo, lo que unido a las dificultades para realizar transferencias directas ha favorecido a la industria local. El pacto con Occidente puede ayudar a estabilizar la moneda y esto favorecerá nuestra competitividad», piensa Javier Arrue, responsable del mercado iraní en la cooperativa española Orkli. El grupo opera en el país asiático desde hace una década centrado en el sector de la seguridad termoeléctrica.
Recién llegado de su último viaje a la capital de la república islámica, a Arrue le ha llamado la atención el boom que experimenta el sector de la construcción en el país asiático. Asimismo, se muestra cauto respecto al futuro próximo del comercio internacional porque «los cambios serán progresivos, es más fácil poner sanciones que levantarlas, así que habrá que ser pacientes para que esto avance».
Bruselas ha comenzado las gestiones para «implementar la primera fase del plan», adelantó a comienzos de semana el portavoz comunitario de Exteriores, Michael Mann, que fijó en «diciembre o enero, depende de cuánto tiempo lleve el proceso legislativo», la fecha para el levantamiento de los castigos acordados para los próximos seis meses. La UE y EE UU suspenderán las sanciones sobre las exportaciones petroquímicas iraníes, sobre la venta de oro y metales preciosos y facilitarán las transacciones financieras y la llegada de repuestos para el sector aeronáutico. Esta misma semana fuentes de la aviación persa anunciaron su deseo de comprar 400 aeronaves para relevar a una flota caduca que ha tenido que recurrir al mercado negro de los repuestos para poder seguir operando.
«A corto plazo no esperamos un movimiento espectacular, pero poco a poco aquellos que antes trabajaban con Irán volverán a hacerlo, sobre todo si dentro de medio año la cosa va bien y se sella un acuerdo definitivo», opina Guerra, que no olvida las complicaciones generadas por las sanciones en los últimos meses ya que limitaban también la exportación al país asiático de todo producto susceptible de ser usado para el programa atómico, una generalidad que acarreó problemas a empresas como Ona Electroerosión SA, acusada hace un año de vender material para fines nucleares
Absoluta discrección
Trabajar con Irán se ha convertido en un tema tan delicado que las compañías que no han cancelado su actividad lo hacen con discreción absoluta. Según los últimos datos del informe del ICEX, correspondientes a 2011, España fue el quinto país de la UE que más exportó a la república islámica. Sus exportaciones aumentaron un 33,2% frente a las cifras del 2010 y supusieron 655,3 millones de euros, una cuota del 6,24% dentro del conjunto de países comunitarios. El grueso de la exportación hasta la entrada en vigor de las sanciones de julio de 2012 se centraba en la venta de productos industriales y bienes de equipo. En sentido inverso, el petróleo suponía el 96% de las exportaciones de la república islámica a suelo español. Este punto fue uno de los grandes afectados por el nuevo marco generado por las sanciones y empresas como Cepsa o Repsol se vieron obligadas a buscar alternativas al crudo iraní.
La venta de petróleo ha pasado de 2,5 millones diarios a un millón, todo un mazazo para un país cuyas cuentas dependen del crudo. El acuerdo con el 5+1 no levanta el castigo sobre la comercialización del oro negro, pero permitirá a ciertas aseguradoras volver a trabajar con la república islámica, lo que le podría ayudar a incrementar la exportación a países como India en unos 300.000 barriles diarios, según expertos consultados por la agencia Reuters. Una leve subida muy alejada de la capacidad real de las reservas iraníes, pero que servirá para aliviar el delicado estado de las arcas públicas.