Asilo climático
Nueva Zelanda niega el estatus de refugiado a un individuo que adujo el calentamiento global como motivo para no ser devuelto a su país
Actualizado:Las autoridades fronterizas de medio mundo están acostumbradas a recibir peticiones de asilo por motivos tales como ser perseguido por motivos de religión, raza, nacionalidad o pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, tal como recoge el articulado de la Convención de Ginebra. A buen seguro que a estos podrían sumarse otros motivos más variopintos, asuntos sobrevenidos a la mente del solicitante que no quiere regresa a su país y que son presentados por si cuelan ante las autoridades de extranjería e inmigración de medio mundo.
Sin embargo el caso ocurrido en Nueva Zelanda se lleva la palma. Aquí el Estado de derecho funcionó y el asunto no quedó en una palmadita en la espalda al peticionario, seguida de la invitación a volver a subir al avión o al barco que lo trajo. Un habitante de la República de Kiribati solicitó a las autoridades de Nueva Zelanda asilo por el cambio climático. El encargado de la oficina de extranjería se debió quedar perplejo, primero por la nacionalidad del solicitante y segundo, por el motivo presentado.
De hecho, pocas personas pueden ubicar sobre un mapa mundi la República de Kiribati. Se trata de un archipiélago formado por 33 islas de origen volcánico situado en el centro del Pacífico, al noreste de Australia. Este país independiente desde 1979 conforma el atolón más grande del planeta. Respecto al motivo no le quedó más que dar parte a la justicia.
Así, el caso de Ionane Teitiota, de 37 años, que era reclamado para ser devuelto a su isla por tener caducado su visado, llegó a manos de los tribunales neozelandeses. Durante el tira y afloja de escritos, recursos y demás actos jurídicos documentados ante el instructor de la causa, el solicitante explicó que quería quedarse en Nueva Zelanda -adonde llegó en 2007- dado que, debido al calentamiento de los polos, el mar iba a subir de nivel y cubriría su isla en los próximos años. Además, apuntó que hasta que eso ocurriera su vida correría peligro por los tifones, tormentas y huracanes que azotan los mares del Sur, según él, fruto de ese mismo cambio climático.
En la sentencia, el magistrado, como era obvio, reconoció la mayor. El clima está cambiando y esas tormentas y tifones, como el que hace unas semanas asoló Filipinas, están relacionados con el cambio climático. Pero, negó la menor. El juez John Priestley desestimó la ingeniosa reclamación del ciudadano debido a que la Convención de Ginebra no incluye el cambio climático en sus causas para solicitar asilo y refugio. También explicó en su fallo que en Kiribati no se persigue a la gente por ningún motivo y se respetan los derechos humanos.
Este caso plantea un problema a largo plazo. ¿Qué pasará si los gobiernos y los científicos no consiguen frenar el deshielo de los casquetes polares? ¿Donde serán recibidos entonces como refugiados los habitantes de estos atolones que quedarían sumergidos?