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Lachlan Connors rasguea la guitarra; en el círculo, de pequeño cuando recibió el golpe. :: R. C.
Sociedad

Hombre orquesta de golpe

Un joven negado para la música domina de repente hasta 13 instrumentos después de sufrir un traumatismo craneal

ANDRÉS JIMÉNEZ
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Lo suyo no era la música. Había intentado aprender a tocar el piano, pero el resultado fue un desastre. Definitivamente a Lachlan Connors, de 19 años, lo de ser instrumentista no iba con él. Eso creía hasta que sufrió una conmoción cerebral y entonces, aparte de ver las estrellas, vio que los acordes le acompañaban. Perseveró tanto en su entusiasmo que ahora domina 13 instrumentos musicales y su repertorio se antoja inagotable.

«Realmente carecía de talento para la música», reconoce su madre, Elsie Hamilton, quien da fe de que las musas estaban reñidas con su hijo. A este joven estadounidense de Denver (Colorado) lo que de verdad le gustaba era el deporte. Su pasión insobornable era el lacrosse, un juego en el que los contendientes disponen de un palo con una red en la parte superior para pasar y recibir la pelota. Lachlan soñaba con militar en un equipo profesional, meter goles sin fin y ser jaleado por el público.

Hasta que una vez se pegó un enorme trastazo. «Me caí hacia atrás y me golpeé la parte trasera de mi cabeza en el suelo. Recuerdo haberme levantarme y sentirme realmente aturdido. En seguida me di cuenta de que algo malo había pasado», dice Lachlan. Sus padres le llevaron al hospital, pero los facultativos no vieron ningún problema en que siguiera trotando por la cancha.

Sin embargo, como los percances no acabaron y continuaron en partidos posteriores, las contusiones se tradujeron en alucinaciones y ataques epilépticos. La cosa era seria. A la vista de los sucesivos accidentes, al joven le prescribieron reposo y no volver a tocar una pelota. Los choques y el contacto con otros jugadores eran muy peligrosos.

En esa convalecencia tediosa se obró el milagro. De repente descubrió que podía tocar instrumentos solo de oído, como los concertistas de jazz. Ahora no hay instrumento que se le resista. La guitarra, el piano, la gaita, la mandolina y el acordeón le obedecen como si fueran animales amaestrados.

¿Qué le ha ocurrido a ese chaval negado para la música y que ahora es todo un virtuoso? Los facultativos creen que la región del cerebro donde se alojaban sus aptitudes musicales permanecía dormida, o al menos infrautilizada. Con el golpe, ese talento especial se ha activado, como si le hubieran practicado una cirugía prodigiosa. Lo que podría llamarse lobotomía inversa. «Creo que algo se recableado y me ha cambiado», sostiene Connors.

La posesión súbita de ciertas capacidades, ya sean musicales, artísticas o matemáticas, no es algo nuevo. Algunos se refieren a este fenómeno como 'síndrome de sabiduría adquirida'. Se cree que acontece cuando el hemisferio cerebral derecho compensa los efectos de una lesión transfiriendo al izquierdo toda una serie de habilidades silentes.