El ministro iraní Mohamed Javad conversa con Ashton, mientras Kerry abraza a su colega francés. :: AFP
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Tregua histórica entre Estados Unidos e Irán

Irán y Estados Unidos se dan seis meses de prueba para zanjar tres décadas de enfrentamiento

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El presidente de Irán, Hasán Rohani, lo ha vuelto a conseguir. Diez años después de la cumbre de París y la posterior Declaración de Teherán, por la que la república islámica suspendió el enriquecimiento de uranio para ganarse la confianza de la comunidad internacional, iraníes y representantes del 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, firmaron en Ginebra un «plan de acción» de seis meses de duración «para el desarrollo de nuestras relaciones», declaró la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, al hacer pública la noticia después de cuatro días de negociaciones. En este periodo la comunidad internacional levantará de forma cautelar una serie de sanciones a la república islámica y descongelará 4.200 millones de dólares (3.098 millones de euros) iraníes a cambio de la limitación de su programa atómico.

Esta es la base de un pacto que se retrasó hasta la madrugada por «problemas de redacción» del texto final, según el número dos de Exteriores de Irán, Abás Araqchi, y que ha provocado el enfado de Israel, que lo califica de «error histórico», según su primer ministro, Benyamin Netanyahu.

En la última década la situación es muy diferente en Oriente Próximo. Rohani fue el responsable de la negociación nuclear entre 2003 y 2005, años en los que George Bush había lanzado su guerra contra el terror en Afganistán e Irak, y su interlocutor al frente de la Unión Europea (UE) era Javier Solana.

Los estadounidenses entonces delegaron en Bruselas el peso de una negociación que se presentó más como un ultimátum con dos guerras abiertas en las fronteras de la república islámica. Ahora en Ginebra, Javad Zarif es el hombre de Rohani en la mesa de diálogo y, por encima de la UE, es Estados Unidos quien ha llevado la batuta a través del secretario de Estado, John Kerry. «Hoy la diplomacia ha abierto una nueva vía hacia un mundo mucho más seguro», declaró el presidente Barack Obama tras conocer la noticia que consolida el cambio de estrategia de una Casa Blanca que abandona la vía militar y apuesta por la diplomacia como medio para resolver los conflictos en la región.

Iraníes y estadounidenses han cedido. Ambos quieren presentar lo obtenido como una victoria ante su opinión pública, pero por encima de los puntos concretos del acuerdo han logrado acabar con 34 años de incomunicación, 34 años de confrontación con crisis graves como la de los rehenes de la legación norteamericana en Teherán en los que Estados Unidos se convirtió en el «gran Satán» de los ayatolás y apadrinó todo un programa de sanciones que ha terminado por ahogar a su enemigo.

Al mismo tiempo que los ministros de Exteriores se estrechaban las manos en Ginebra, se produjo la noticia del acuerdo de seguridad con Afganistán, que permitirá a EE UU mantener soldados a partir de 2014. Todo ello apenas dos meses después de que la mediación rusa evitara un ataque americano sobre Siria por el presunto uso de armas químicas por parte de Bashar el-Asad. Reconducidas las crisis química y nuclear, la próxima asignatura pendiente es la pacificación de Siria, en la que Irán tiene un papel decisivo como gran aliado del régimen. Un tema que seguro habrá estado sobre la mesa en las al menos cinco reuniones secretas mantenidas por iraníes y estadounidenses en los últimos meses, según develó la agencia AP, que reflejan un acercamiento sin precedentes en las últimas tres décadas.

«El plan de acción tiene en dos sitios distintos una referencia muy clara al hecho de que el programa de enriquecimiento iraní continuará y será parte de cualquier acuerdo, ahora en el futuro», señaló Zarif ante los medios a la hora de realizar un balance de la negociación. Después subiría a un avión que le llevó de vuelta a Teherán donde fue recibido como un héroe en el aeropuerto. El derecho a enriquecer uranio era la auténtica línea roja de la república islámica y, aunque John Kerry insistió en que «esto no figura de manera explícita en el trato», el hecho de que no se haya logrado detener toda la actividad atómica es un logro para Teherán y un motivo de preocupación para Israel.

«Es un mal acuerdo por lo que simboliza. Irán recibe la aceptación internacional y el mundo le reconoce como un país en el umbral de ser un Estado nuclear», reflexionaba Yoel Guzansky, antiguo miembro del Consejo de Seguridad de Israel, en la agencia AP. Ahora es el momento de que los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) intensifiquen su tarea gracias a las nuevas condiciones de trabajo y definan la naturaleza del programa atómico iraní que Teherán asegura es civil, pero Occidente e Israel, militar.