Cuando jugar es una profesión
Apenas diez de las 2.000 personas en el mundo que viven por competir en videojuegos son españoles
MADRID Actualizado: GuardarEntrenan entre diez y doce horas diarias. Y lo hacen pegados a una pantalla, un teclado y un ratón. Son los deportistas del futuro, jóvenes de entre 16 y 30 años que buscan convertir su afición, jugar a los videojuegos, en una forma de ganarse la vida. En España, sin embargo, solo diez personas lo han logrado, de los 2.000 jugadores profesionales que, se estima, hay en todo el planeta. Uno de ellos es Alvar 'Aranae' Martín, un estudiante de Ingeniería Industrial Superior que a sus 24 años ha logrado hacerse un nombre en 'League of Legends', una suerte de ajedrez moderno en el que se enfrentan equipos de cinco jugadores. «Me apasionan los videojuegos desde que tengo uso de razón. Cuando tenía 5 o 6 años, me regalaron la Super Nintendo y ya desde entonces jugaba y competía con mi hermano», recuerda.
Del 'Street Fighter II' pasó a 'Doom', 'WarCraft', 'StarCraft' y 'DOTA' pero tuvo que descubrir un 'League of Legends' recién salido al mercado para que le entrara el gusanillo de la competición profesional. «No sabía si el juego iba a ser muy jugado o no y si iba a seguir divirtiéndome tanto como me estoy divirtiendo ahora, pero vi que podía ganar dinero y que podía alcanzar cierto reconocimiento», explica este mallorquín afincado en Madrid que la semana que viene participará en el Fun & Serious Game Festival, que se celebra del 25 de noviembre al 1 de diciembre en Bilbao. El punto de inflexión fue un evento celebrado en Alemania en 2011. «Vi que aquello era otro mundo y que tenía que dedicarle más horas». Sus padres tampoco se lo pusieron fácil: «Me decían: 'Deja de matar marcianitos y ponte a estudiar'». Pero poco a poco fueron entendiendo que esta es mi vida y mi pasión».
Este último verano lo ha pasado en Alemania, en una casa y con un salario que paga la compañía que ha desarrollado el título, Riot Games, y la empresa que les patrcina, Alternate, una tienda de ordenadores muy conocida en Alemania. Por no hablar de los suculentos premios que se pueden ganar en los torneos -el más importante de ellos es de un millón de dólares-.
Aún así, prefiere no dar cifras. «En tiempos de crisis no hablo de lo que gano. Lo único que puedo decir es que vivo de ello», señala satisfecho. En enero, regresará otros ocho meses a Fráncfort. Ocho meses con jornadas que incluyen 6 horas de entrenamiento individual en los que juega por internet y retransmite por 'streaming' las partidas «para obtener más ingresos» y otras 6 horas de entrenamiento en grupo, algo más teóricas: «Vemos repeticiones de partidas de otra gente y aprendemos ciertas estrategias». Y pese a todo, no acaba harto del juego. «¡Qué va! Yo creo que el fin de todo videojuego es entretener y nosotros intentamos no perder eso», comenta quien espera seguir dedicado al mundillo de una forma u otra cuando ya no sea tan competitivo.
¿Y qué ocurre con aquellos jugadores que no pueden ganarse la vida así? Dice Rogelio Galvín, gestor del club Giants, que «lo que sí se les da es todo el apoyo logístico para acudir a las competiciones y que solo tengan que preocuparse de jugar». Los clubes pagan los viajes, el alojamiento y las dietas, pero a cambio se quedan con un 20% de los premios que consigan, «aunque esto depende de cada contrato», apunta.
Giants, que estará representada en el Fun & Serious Game Festival por jugadores como Jorge Gabriel Bancells, alias MethodZ, cuenta con catorce jugadores expertos repartidos en tres divisiones: 'FIFA', 'Call of Duty' y 'Battlefield'. «Todos son juegos que reciben mucho soporte por parte de sus creadores y que se basan puramente en la habilidad de los jugadores, dejando poco margen a la suerte, lo que los hace muy competitivos», reflexiona Galvín. Si bien el equipo patrocinado por la marca de periféricos Ozone está planteándose incluir 'League of Legends' como cuarto título: «Ahora mismo es el juego que más dinero mueve y ahí sí que puedes ver jugadores a nivel nacional cobrando un salario». Pero Galvín deja claro uno debe ser «muy bueno» para llegar a ese nivel y que, debido a las edades, «lo normal es que los chavales compaginen el juego con los estudios o tengan otras fuentes de ingresos.
Cabe preguntarse en que se basa el equipo para escoger a uno u otro jugador. «Deben tener cierto grado de popularidad, resultados deportivos óptimos y que sean profesionales. Esto último es muy importante porque son todos chicos muy jóvenes», señala Galvín. 'Aranae' coincide con él y asegura que se requiere una «gran madurez mental». En este sentido, competir en estos juegos requiere unas habilidades comunes, que van desde tener muy buenos reflejos hasta una capacidad de concentración muy importante. Galvín aporta un detalle más: «Debe acudir a torneos presenciales. En ellos es donde realmente se ve si un jugador vale o no».
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