The 'Big O', el jugador total
Oscar Robertson, el único baloncestista en la historia en promediar un ‘triple-doble’ en una temporada completa, cumple 75 años
Actualizado: GuardarEl equipo de Estados Unidos que se colgó el oro en los pasados Juegos Olímpicos de Londres en una apasionante final ante España estaba plagado de jugadores polifacéticos, que podían actuar en varias posiciones tanto en defensa como en ataque. No resultaba extraño ver a LeBron James subir el balón y lanzar desde más allá de la línea de tres puntos y regresar a su canasta para convertirse en el defensor que mejor paraba a Pau Gasol en el poste bajo. También Andre Iguodala, Kevin Durant o Carmelo Anthony se alternaban sin aparente dificultad para convertirse en un interior más en ambas zonas o amenazar al rival desde el exterior, facilitando el juego abierto planteado por Mike Krzyzewski y creando espacios para romper en el uno contra uno a cualquier adversario, aprovechando la casi siempre evidente superioridad física y técnica.
Es el modelo que la NBA ha instaurado en el baloncesto actual. Pero este patrón de deportistas completos, capaces de aportar y sumar en varias facetas del juego, no es precisamente de nueva creación. Antes pasaron por la mejor liga del mundo Larry Bird, ‘Magic’ Johnson, Michael Jordan, Jason Kidd, Wilt Chamberlain o Fat Lever. Los seis fueron reyes del ‘triple-doble’, que consiste en sumar dobles dígitos en tres de las cinco categorías cuantificables (puntos, rebotes, asistencias, tapones y recuperaciones de balón).
Por encima de todos ellos se encuentra Oscar Robertson, el auténtico ‘all-around player’, el paradigma del jugador completo. ‘The Big O’, que este domingo cumple 75 años, fue un adelantado a su época, el primer base con cuerpo de alero -con 1,96 metros y 100 kilos- capaz de dirigir con maestría, lanzar con acierto y colaborar con sus postes a la hora de recoger los tiros propios y de los rivales escupidos por el aro.
Michael Carter-Williams ha devuelto a la actualidad a Robertson tras unirse a él como los únicos novatos capaces de lograr al menos 130 puntos y 50 asistencias en sus primeros siete partidos como ‘rookies’. Para el que fuera estrella de los Royals de Cincinnati y los Bucks de Milwaukee, ésta es sólo una pequeña muesca más dentro de un listado casi incontable de hitos. De hecho, en 1962 logró una marca que nadie ha logrado igualar en la historia de la NBA al promediar un ‘triple-doble’ en una temporada completa. Ese año, ‘The Big O’ logró 30,8 puntos, 11,4 asistencias y 12,5 rebotes por partido (en otras cuatro campañas se quedó a unas décimas de repetir tamaña hazaña). Reconocido como el jugador total, los 189 ‘triples-dobles’ que acumuló en su carrera, no están al alcance de ningún jugador en activo. LeBron James, el baloncestista más completo de la actualidad, sólo acumula 47 y, pese al indudable talento que le situará al final de su carrera como uno de los más grandes, dista mucho de las cifras obtenidas por Robertson, que cerró sus 14 años de trayectoria profesional con unos estratosféricos 25,7 puntos, 9,5 asistencias y 7,5 rebotes.
De hecho, el que fuera su compañero en los Bucks, Kareem Abdul-Jabbar, junto al que consiguió su único anillo de campeón en 1971, afirmó que Oscar Robertson era mejor que Jordan y que ‘King James’ y que hubiera batido a ambos en un mano a mano.
Defensor de derechos y libertades
Pero ‘The Big O’ no sólo aportó al baloncesto su genio con el balón, sino que además se convirtió en un gran defensor de los derechos de los jugadores. Su vida quedó marcada por una infancia de pobreza en un barrio segregado de Indianápolis (aunque nació en Charlotte), en el que aprendió a encestar con pelotas fabricadas con bolas de tenis, telas y gomas, y las continuas muestras de racismo que sufrió pese a su trayectoria deportiva (como las ocasiones que debió dormir en dormitorios escolares por las normas segregacionistas de algunos estados durante su etapa universitaria que le impedían alojarse en un hotel).
El primer contrato por 33.000 dólares que firmó con los Royals, tras ganar el oro en los Juegos Olímpicos de 1960 en Roma, resarció parte de las penurias pasadas pero no borró su interés por mejorar la situación de aquellos a los que pudiera ayudar. Como sus compañeros de profesión, a los que lideró como presidente de la asociación de jugadores y por los que llegó a enfrentarse a la liga para obtener beneficios sustanciales en los sueldos y para crear la figura actual de ‘agente libre’.
Convertido en leyenda viva de la NBA aún mantiene su espíritu reivindicativo y solidario y, a su avanzada edad, sigue colaborando en acciones para aumentar y consolidar los derechos de los ciudadanos de Indianápolis, especialmente de los afroamericanos.