Agustín Markaida, presidente de Eroski. :: LUIS ANGEL GÓMEZ
Economia

Eroski renegocia una deuda de 2.500 millones y se vuelca en el norte de España

El grupo presenta a la banca acreedora un agresivo plan de reestructuración, con el que pretende lograr el «equilibrio» financiero

BILBAO. Actualizado: Guardar
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Sólo han pasado 11 meses desde que Eroski cerrara, tras más de un año de negociación, un complejo acuerdo de refinanciación con 22 entidades financieras. Pero lo que en enero se entendía suficiente para aguantar el descenso del consumo y pagar -con un plazo extendido hasta 2017- los 2.500 millones que debe el grupo de distribución a la banca ha tornado en totalmente ineficaz. Y eso que entre 2009 y 2011 la empresa ha amortizado nada menos que 1.100 millones de euros de esa deuda bancaria, casi un tercio.

Aunque la cooperativa del Grupo Mondragón genera dinero con su negocio tradicional -unos 300 millones de resultado bruto operativo cada año-, los números no dan para crecer en la línea que ha marcado el equipo de Agustín Markaide y, al tiempo, atender la deuda. Mientras, Eroski tiene claro que se quiere centrar en el norte de España y Baleares, donde goza de una notable cuota de mercado. El resto del territorio es considerado no estratégico. Venderán activos si encuentran compradores a precios interesantes. Por ahora, no hay plazos concretos ni aspirantes formales.

El grupo ha planteado a la banca un «agresivo plan» de reestructuración, según fuentes de la cooperativa. Contempla varias alternativas a medio plazo y tiene como objetivo prioritario recuperar la estabilidad crediticia, hoy no garantizada. La negociación se presenta larga y complicada. La prioridad es adecuar la capacidad de generación de recursos del grupo al pago de esa enorme deuda, siempre que el negocio responda a las necesidades que demanda el mercado. Según fuentes cercanas, una de las alternativas pasaría por crear una empresa paralela o una filial -en solitario o con algún socio- donde alojar los activos inmobiliarios y, con ellos, la parte de la deuda asociada a los mismos.

Eso relajaría buena parte del peso financiero que soporta el grupo en la actualidad, y dejaría al negocio tradicional con un mayor margen de maniobra y menos débito bancario al que hacer frente en los próximos años. De esta forma se acompañaría la reestructuración de la deuda con otra societaria.

Mal momento

Aunque han coincidido en el tiempo, el problema de Eroski es muy diferente al sonoro fiasco de Fagor Electrodomésticos. Su lastre no es de modelo o de funcionamiento, sino de financiación. El único impacto que ha tenido la crisis del fabricante en el grupo de distribución, así lo reconocen en la empresa, se refiere al temor desatado entre las compañías de seguros de crédito.

Este sector, que en los últimos meses había puesto la proa a Eroski reduciendo la cobertura a los proveedores de la enseña vasca, ha intensificado de manera notable ese movimiento desde que el pasado 16 de octubre Fagor Electrodomésticos presentara en San Sebastián el preconcurso de acreedores.

A Eroski, como es lógico, no le conviene tener enfrente a unos proveedores a los que se les complica el servicio, y en los que se ha apoyado los últimos meses para lograr ahorros y eficiencias millonarias.

Esa estabilidad tan necesaria con proveedores y aseguradoras es otra de las patas del plan que maneja Eroski. Junto a esto, el grupo ha fijado otra meta: fortalecer su negocio clave, el de alimentación. Un segmento en el que en los últimos tiempos la agresividad en precios por la crisis ha sido la tónica dominante. La cooperativa es consciente de que obtiene el 80% de sus recursos netos de esas ventas. Y por eso está obligada a mejoras en sus tiendas y a dar una mayor atención en los productos frescos. Esta asignatura pendiente también necesita inversiones, y la ecuación perfecta para la compañía es lograr dinero con el que hacer esa apuesta necesaria sin tener que dejarla a un lado para atender el compromiso con la banca.

La refinanciación pactada a comienzos de año fija un pago de 37 millones en enero de 2014 -que coincidirá con los casi 21 millones que Eroski debe pagar a los titulares de sus aportaciones financieras subordinadas- y otro algo mayor en julio. Lo lógico sería que ese segundo sesembolso se paralice si la negociación abierta con los bancos avanza.

La razón a semejante volumen de deuda en manos del grupo hay que buscarla más allá de la adquisición en 2007 de Caprabo. Antes de esa fecha, el grupo de distribución invirtió ingentes cantidades de dinero como promotor inmobiliario de loa centros comerciales que levantaba y después vendía, quedándose en ellos sólo como inquilino.

Entre 2005 y 2009, invirtió 4.700 millones de euros. Ahora, con un mercado inmobiliario deprimido -apenas hay tímidas señales de recuperación-, todas esas operaciones pesan lo suyo. La diferencia es que si antes la única premisa era el desendeudamiento, lo que no permitió atender otros asuntos, ahora el grupo quiere sentar las bases para un futuro tranquilo y rentable.