Solbes, «arrepentido», dice que pecó de optimista
MADRID.Actualizado:Arrepentidos los quiere Dios, reza el dicho que parece haberse aplicado con la publicación de sus memorias Pedro Solbes, ministro de Economía en dos períodos (1993-1996 y 2004-2009), incluido los inicios de la actual crisis. Ayer, en la presentación del libro titulado simbólicamente como 'Recuerdos', el expolítico socialista combinó la autocrítica con la censura matizada hacia la gestión económica de José Luis Rodríguez Zapatero.
Fue «excesivamente optimista» en algunas de sus comparecencias públicas, admitió, aunque a continuación trató de escudarse en que «siempre hay una contradicción entre el análisis interno que se hace de las cosas y cómo se presentan luego al público». En román paladino, vendió una España a la que apenas le iba a afectar la crisis -el BCE y el Eurogrupo «tampoco veían la recesión», volvió a justificarse- pese que ya en octubre de 2007 sabía que la problemática financiera internacional probablemente terminaría golpeando al país.
«Aquellas declaraciones fueron totalmente incorrectas», reconoció de nuevo quien también fue comisario de Asuntos Económicos y Monetarios entre 1999 y 2004. No obstante, insistió en que la crisis no es responsabilidad de una única persona (Rodríguez Zapatero) ni de un solo gobierno (el del PSOE) sino que es el resultado de un «momento histórico», donde una serie de factores negativos van «hinchando» la situación hasta que «explota».
Pero, ¿por qué no se previno? Solbes aceptó que «se pudo hacer más», aunque dijo con ironía que «es más fácil torear desde el tendido que desde la plaza». Añadió, además, que la cercanía de las elecciones generales de marzo de 2008 fue una «mala suerte» porque «siempre es un mal momento para tomar decisiones», y más si no eran deseadas «ni por el Gobierno... ni por el pueblo».
No obstante, en enero de 2008 entregó un plan de medidas anticrisis al presidente. Este lo rechazó -«quien manda...», apostilló-, pese a que con ellas piensa que se hubiera ganado un año en salir de la recesión. Por eso terminó marchándose; más aún, ahora se arrepiente -«fue mi mayor error»- de haberse presentado a aquellas elecciones.