Merkel descarta sacrificar las relaciones con EEUU por el espionaje
BERLÍN. Actualizado: GuardarAún no hay nuevo Gobierno ni materia para legislar, pero el Bundestag, el parlamento alemán, celebró ayer su primera sesión plenaria desde su constitución tras las elecciones del pasado 22 de septiembre a instancias de Los Verdes y La Izquierda y para debatir sobre el escándalo de espionaje de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) estadounidense y sus escuchas desmesuradas, que alcanzaron su zenit al conocerse que el móvil de la canciller federal, Angela Merkel, era también intervenido.
«Las acusaciones son sumamente graves. Deben ser aclaradas. Y más importante aún: hay que reconstruir la confianza para el futuro, con más transparencia», dijo Merkel en una declaración de Gobierno ante la cámara baja germana, en su primera intervención pública desde que se conoció que era espiada directamente por los servicios secretos de un país amigo.
Sin embargo y mientras la oposición pedía incluso el Nobel de la Paz para Edward Snowden, exempleado de la NSA, por sacar a la luz los excesos de los servicios de inteligencia norteamericanos, la canciller asumió un tono conciliador y subrayó la importancia de las relaciones bilaterales y transatlánticas entre Alemania y EE UU, ya que «defendemos unidos sociedades libres, abiertas y democráticas». Su ministro de Interior, Hans Peter Friedrich, fue quien recordó, pese a todo, que la escucha de móviles, ya sea de un miembro del Gobierno o de un ciudadano de a pie, es un delito que persigue la Justicia alemana. Friedrich denunció que las explicaciones e información sobre el caso ofrecidas hasta ahora por Washington son insuficientes y comentó que «el silencio conduce a que circulen todo tipo de teorías conspirativas».
Muy incómodo resultó a partir de ese momento el debate para el mayor grupo parlamentario del Bundestag, la unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU) de Merkel, más preocupados por sacar adelante su gran coalición con los socialdemócratas (SPD) que por incidir en un escándalo que compromete las relaciones de Alemania con uno de sus principales aliados. El líder parlamentario del SPD y exministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier, reconoció que no le produce «ninguna alegría la polémica transatlántica», pero que es necesario presionar a EE UU para que expliquen con que motivo, durante cuánto tiempo, con qué objetivo y fin intervinieron el teléfono de la canciller, ya que «no podemos ni debemos aceptar que se banalice lo sucedido».