SECRETOS DE ALCOBA

Todas las mujeres del presidente Kennedy

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"Un santo en público, un pecador en privado". Así define el escritor Jed Mercurio, autor de 'Un adúltero americano', a John Fitzgerald Kennedy. Efectivamente, el primer, y por ahora, único presidente católico de Estados Unidos no cumplió nunca en su vida el sexto mandamiento. Desde que era un apuesto joven en la Marina, allá por la Segunda Guerra Mundial, hasta su asesinato en Dallas, las faldas fueron la perdición del presidente más carismático en la Historia de Estados Unidos.

Nadie sabe muy bien quién fue la primera amante de Kennedy, ni tampoco la última. Las alternaba, como si fueran camisas o corbatas. Y es que así era la relación de JFK con las mujeres. Simples objetos de los que aprovecharse para su propio placer, o más exactamente, para evitar el dolor. "Si en tres días no hago el amor, tengo terribles dolores de cabeza", le confesó Kennedy al primer ministro británico, Harold McMillan (otras versiones aseguran que le dijo "si no hago el amor cada día"). Pero además de cefaleas, el presidente aseguraba que sufría vómitos y dolores gastrointestinales si no mantenía relaciones sexuales con toda la frecuencia posible. "Ya sabes que esto es un asunto de seguridad nacional", dicen que decía JFK cuando, en los diez minutos que tenía libres entre recepción y recepción, hacía pasar a alguna de las becarias de la Casa Blanca a su despacho. Allí, a toda velocidad y solo para satisfacerse a él mismo, consumaba Kennedy sus relaciones sexuales. Pero no solo ahí, claro. Cualquier lugar era bueno. Desde una limusina hasta un ascensor (allí hizo el amor con la actriz Angie Dickinson), pasando por los apartamentos de sus amigos en la ciudad, o en Palm Springs, donde consumó, el 24 de marzo de 1962, el 'affair' más famoso de la historia, el que mantuvo con Marilyn Monroe.

De becarias a actrices, pasando por políticas, prostitutas, artistas y hasta posibles espías, ninguna mujer era ajena para JFK. La lista es larguísima (ver fotogalería), incluye decenas de relaciones confirmadas, pero se convierte en interminable si a ella se le suman todas las mujeres con las que se rumoreó que yació, o las que presumieron de ello. Los rumores se centraban sobre todo en las actrices de Hollywood, un mundo que John adoraba. ¿Estuvo Kennedy realmente con una jovencísima Kim Novak o es solo una de las leyendas que sobrevuelan al personaje? ¿Y con Grace Kelly? Sí, parece que en 1948, cuando solo tenía 17 años. ¿Y con Audrey Hepburn?

Pese a la condena moral que en nuestros tiempos cosecharía un dirigente con semejante comportamiento, Kennedy, sin embargo, sigue en los altares de la política norteamericana, y mundial. ¿Por qué? Porque en aquellos años 50 y primeros 60, la vida privada de los mandatarios era eso, privada; hasta que caso Profumo, en Reino Unido, lo cambió todo. Pero sobre todo, porque aquella era una época en la que, como tan bien ha reflejado la serie 'Mad Men', el adulterio entre los hombres ricos y poderosos, sobre todo con mujeres jóvenes, no dejaba de ser un divertimento, como fumar o tomar una copa a la salida del trabajo.

¿Cuál fue el papel de Jacqueline? Los historiadores coinciden en que conocía las canas al aire de su marido, y que incluso dejaba la Casa Blanca los fines de semana para que su Jack, como se conocía a Kennedy en la intimidad, pudiera culminar sus correrías. Dicen que no le importaba que fuera infiel mientras fuera discreto. Por eso no acudió a la famosa gala del 'Happy Birthday to you', de Marilyn Monroe: sabía que todo Estados Unidos estaba al corriente del amorío entre el hombre más poderoso y la mujer más deseada. Y por eso dicen que se indignó, quizá por única vez en su vida, cuando Marilyn llamó a la Casa Blanca para decirle que JFK le había confesado que iba a abandonarla para quedarse con ella. "Marilyn, te casarás con Jack... Eso es estupendo y vendrás a vivir a la Casa Blanca y asumirás las responsabilidades de primera dama y yo me iré y tú tendrás todos los problemas".

Los dos únicos consuelos de Jackie fueron que John era sincero cuando confesaba que ella era la única mujer a la que quería. Y sobre todo, que su amado John murió en su hombro.