Merkel deberá ceder el salario mínimo
La canciller se resigna a aceptar la gran exigencia para gobernar de un SPD que cierra su congreso con la promesa de que convencerá a sus bases
BERLÍN.Actualizado:Al final consiguió poner a los delegados en pie y cosechar una salva de aplausos. El presidente de los socialdemócratas alemanes, Sigmar Gabriel, recuperó la iniciativa en la clausura del congreso de la histórica formación en la ciudad germanooriental de Leipzig elevando el listón en las negociaciones para la 'gran coalición' con los conservadores de la canciller federal, Angela Merkel, y animando a sus compañeros a convencer a las bases de su arriesgada apuesta.
Ya no será sólo la introducción del salario mínimo interprofesional de 8,50 euros la hora en todo el territorio nacional o la limitación de las exportaciones de armamento. «No presentaré al SPD un acuerdo de coalición en el que no figure la doble nacionalidad», dijo Gabriel en su intervención final, marcando una nueva 'línea roja' y consiguiendo una sonora ovación de sus camaradas al plantear también como irrenunciable la exigencia de que los extranjeros que residan en Alemania durante largo tiempo puedan obtener el pasaporte sin renunciar al de origen.
Además, dejó claro que los socialdemócratas no sólo pueden, sino que deben confiar en la capacidad de su equipo para negociar con la Unión de cristianodemócratas y socialcristianos bávaros (CDU/CSU) y reclamó de los delegados un apoyo activo. «La división entre 'estos de aquí arriba y nosotros de aquí abajo' ya no funciona. Todos somos la dirección del partido. Todos debéis ayudar» a la hora de convencer a las bases. Son los 470.000 afiliados los que tendrán la última palabra en una consulta interna para la aprobación del acuerdo de 'gran coalición' cuando finalicen las negociaciones. De su voto por correo depende que las dos grandes fuerzas formalicen su 'matrimonio' por responsabilidad nacional, que no por amor.
De ahí su advertencia sobre la amenaza de una travesía del desierto si la militancia rechaza un acuerdo válido para la dirección. «Nos pondríamos en marcha con el futuro de la socialdemocracia en juego para los próximos 20 o 30 años», dijo Gabriel, quien además insistió en rechazar un prejuicio que ha circulado en el congreso desde su comienzo. «No nos vendemos por un par de cargos ministeriales. Yo tampoco. No conduciré al SPD a una coalición de la que no esté convencido como socialdemócrata».
Además, acusó a la Unión de haber forzado a los líderes socialdemócratas a celebrar el congreso sin poder presentar resultados concretos de las negociaciones. De ahí los pobres datos de las elecciones a la presidencia y vicepresidencias del SPD, algo «absolutamente normal» en esas circunstancias, dijo Gabriel, quien advirtió de que ahora «son la CDU y la CSU las que tienen que hacer concesiones» si quieren gobernar con los socialdemócratas.
«Firmaremos, maldita sea»
Fue el de ayer un Gabriel resucitado tras el rapapolvo de las dos jornadas anteriores, cuando los 600 delegados del SPD expresaron su malestar hacia la cúpula dirigente por el fracaso electoral y la falta hasta ahora de acuerdos satisfactorios en las negociaciones para la 'gran coalición' con resultados decepcionantes en la reelección del líder y las designaciones para las cinco vicepresidencias. Nadie consiguió rebasar el límite satisfactorio del 90% de votos, expresión del distanciamiento entre dirigentes y militantes que el presidente quiso acortar en la última jornada.
Si el SPD logra imponer sus principales metas en capítulos como el salario mínimo, la doble nacionalidad o la jubilación a los 63 años con 45 de cotización, el partido deberá aceptar entrar en el Gobierno. «Si todo eso figura en el acuerdo de coalición, maldita sea, no podemos dejar duda de que lo firmaremos y conseguiremos que la mayoría del SPD lo acepte», subrayó el líder socialdemócrata.
Hasta Merkel tiene asumido ya el decisivo carácter de la votación a la que han sido llamados los afiliados del SPD y ayer lanzó un capote a su deseado aliado gubernamental. En un congreso de las juventudes cristianodemócratas, la líder de la CDU reconoció «sinceramente» que en el tramo final de las negociaciones «los 8,50 euros jugarán un papel relevante. No tiene sentido alguno que nos hagamos ilusiones». Otros dirigentes de su formación han comenzado ya a mentalizar a los suyos de que se debe cumplir con esta exigencia. Las negociaciones entre la Unión y el SPD entrarán esta semana en su fase decisiva, con una reunión de los jefes de los partidos para acordar los asuntos más conflictivos.