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El peculiar apoyo de la Junta al empleo

Dejar morir la Escuela de Hostelería o insinuar el cierre de la escuela de soldadores de San Fernando ilustran la gestión autonómica más que cualquier discurso

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Resultaba cansino pero ahora es irritante. Casi provoca ira. El discurso de los dirigentes públicos es una constante letanía de lamentos por el desempleo y promesas de lucha para encontrar fórmulas con las que propiciar la aparición de puestos de trabajo. Al contemplar las estadísticas, las hemerotecas, cualquier ciudadano contempla que esas palabras han convivido, durante más de 20 años, con los mayores niveles de desempleo de toda España, de toda Europa, sin descanso. Cuando los niveles de paro eran inferiores, aquí, en Andalucía, en Cádiz, eran los más altos. Cuando son alarmantes en todas partes, aquí, en Andalucía, en Cádiz, vuelven a ser lo peores, aún más escandalosos. Pero los discursos se mantienen inalterados. «Nuestra prioridad será el empleo», «nos dejaremos la piel para crear empleo», proclaman esas frases mecánicas y vacías que abundan en los discursos. Los hechos dicen, gritan, otra cosa. Dicen que la Junta de Andalucía está dejando morir de asfixia el centro formativo que mayor nivel de empleo garantizaba a sus alumnos, la Escuela de Hostelería de Cádiz. Con el personal sin cobrar hace ocho meses y los alumnos encerrados, la Administración autonómica ya no dice palabras bonitas sobre empleo, amontona burocracia, papeleo y zancadillas para que el curso no comience. Para colmo, ayer insinuó otro posible cierre, el del Centro de Técnicas Industriales de San Fernando, donde se han formado cientos de trabajadores que luego aspiraban a un empleo en la industria tras obtener formación como tuberos, electricistas, caldereros y soldadores. Otra fuente, grifo, de empleo que se cierra. Esos son los hechos. El resto, palabras.