Vacaciones de pesadilla para una pareja de vizcaínos
Les aseguraron que el tifón no tocaría Tacloban y se trasladaron buscando refugio a la ciudad que se convirtió en el centro de la tragedia
Actualizado:Fueron de vacaciones y acabaron en un infierno. El destino quiso que Itxaso Ariza, bilbaína de 31 años, y su novio se encontraran en el epicentro del 'Haiyan' la madrugada del viernes. Nunca imaginaron que podrían enfrentarse a tanta muerte y destrucción cuando volaron a Filipinas.
La pareja se hallaba en Samar, una isla en el este del país, cuando supieron que un tifón se acercaba. Les aconsejaron salir de la zona, ya que todo apuntaba a que pasaría cerca en su camino hacia el norte. El miércoles 6 de noviembre, Itxaso y su novio se dirigían a Tacloban, al hotel Leyte Park, con la esperanza de que allí no pasase nada. Les habían asegurado que la ciudad, una de las más grandes, se libraría. Pero las predicciones estaban equivocadas por completo.
«El jueves no paraban de salir noticias sobre la magnitud del tifón, pero nadie hacía nada. La gente local estaba confiada, ya que es zona habitual de huracanes», explica Itxaso. De madrugada, mientras la pareja, insomne, esperaba lo peor, el 'Haiyan' dejaba rachas superiores a 310 kilómetros por hora, arrasando todo lo que encontraba a su paso.
El edificio, en un alto de la ciudad, fue uno de los pocos que quedaron en pie. «A las 7.30 de la mañana del viernes ya no había agua ni teléfono. A las 11, aunque el viento aún era muy fuerte, empezó a amainar. Media hora después nos encontrábamos limpiando los escombros del hotel, ignorantes de la situación en el exterior». En el Leyte Park se alojaba un grupo de moteros filipinos que intentaron ayudar a todo el mundo, por lo que Itxaso y su pareja decidieron unirse a ellos. Trabajadores de Cruz Roja de Filipinas establecieron allí su base, aunque no tenían nada con lo que empezar y varios de sus compañeros habían fallecido.
En el centro de Tacloban «la destrucción era total. Muchísimo mayor que en nuestro hotel. Lo primero que sentí fue alivio, después culpabilidad, y finalmente angustia, pues en ese momento fuimos conscientes de que no íbamos a salir de allí». El paisaje se componía de escombros y cadáveres. «Había gente buscando a su familia, otros, andaban como zombies por las calles en estado de 'shock'». En el Ayuntamiento «no había policía... no había nada», explica angustiada Itxaso. Esa misma jornada comenzaron a llegar periodistas y supervivientes al hotel. Itxaso y su novio se acostaron con la ilusión de que al día siguiente apareciese el Ejército para ayudarles, pero nada más lejos de la realidad.
La situación se volvió aún más peligrosa. La gente andaba «desesperada» por las calles, de noche había tiroteos y se empezó a hablar de enfermedades y parásitos». Enviaron a uno de los motoristas a comprobar cómo estaba la carretera para llegar al aeropuerto, y parecía transitable. «A las cuatro de la mañana nos reunimos alrededor de 60 personas y comenzamos la caminata de más de 20 kilómetros al aeropuerto. Pasamos muchísimo miedo. En un momento tuvimos que parar porque había un tiroteo delante. Cuando se hizo de día la escena fue horrible. Cientos de cuerpos a los lados de la carretera. Vi más de 150 cadáveres, más de la mitad niños, y el olor era insoportable. Había gente enferma que nos pedía medicinas», explica Itxaso muy afectada.
En el aeropuerto «tuvimos que apuntarnos en una lista, aunque después fue un 'sálvese quien pueda'. Llegaban aviones y se iban llenos. Las autoridades priorizaban a mujeres, niños y heridos. Conseguimos subir en un Hércules hacia Manila». Itxaso y su pareja llegaron a Bilbao a las nueve y media de la noche del lunes, 48 horas después. Tuvieron la suerte de no sufrir heridas ni males mayores, y gracias a los periodistas que se encontraban con ellos en el hotel pudieron avisar a sus familias. «Si la situación sigue así morirá más gente de enfermedades que de las consecuencias del huracán», explica.