Bruselas mantiene a España en la UCI y exige correcciones en el paro y la deuda
La Comisión da un paso arriesgado en lo político al incluir a Alemania entre los 16 países con desequilibrios que serán examinados en invierno
BRUSELAS. Actualizado: GuardarEl último parte de Bruselas es rotundo: España seguirá en la UCI, bajo vigilancia estricta de la Comisión Europea por no atajar unos «desequilibrios macroeconómicos» (paro, deuda, déficit...) que, lejos de corregirse, en algunos casos se agravan, como en lo referido al desempleo. El de ayer es el tercer toque de atención en los últimos tres años, pero aun así España está mucho más cerca de la pared de las advertencias que de la espada de una sanción que sería de hasta el 0,1% del PIB -10.000 millones-.
Bruselas presentó ayer el informe del llamado Mecanismo de Alerta, un procedimiento incluido en la nueva directiva denominada Semestre Europeo y que permite tener un control más exhaustivo de las economías de la Unión. Se basa en once indicadores para los que se han usado datos de 2012, teniendo en cuenta a su vez la evaluación de los tres últimos ejercicios. Lo que ayer hizo Bruselas fue abrir una investigación detallada sobre la economía de 16 estados miembros y que concluirá la próxima primavera con la publicación de una batería de recomendaciones a cada país -si los incumplimientos se dilatan, el proceso podría derivar en sanciones-.
Como los países rescatados (Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre) no están sujetos a este control, los que se salvan de la quema de estar sujetos al Mecanismo de Alerta se cuentan con los dedos de una mano. Pese a todo España, junto a Eslovenia, sigue siendo el único cuyos desajustes llevan la etiqueta de «excesivos», un grado de advertencia superior al que tiene por ejemplo Francia, Italia, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Finlandia, Suecia o Alemania, gran sorpresa de este nuevo informe.
«En lo referido a España y Eslovenia analizaremos si estos desequilibrios persisten o si se están reduciendo. También la contribución de las reformas aplicadas para superar los desequilibrios», explicó el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Compareció junto a su colega de Empleo, Laszlo Andor, y el presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, quien se mostró moderadamente optimista sobre la situación económica aunque pidió seguir con las reformas. En el apartado individual, el informe revela que España supera los umbrales máximos de seis de los once indicadores utilizados por Bruselas, la misma cantidad que el año pasado. El más grave vuelve a ser el paro, con una tasa media en los últimos tres años del 22,3% frente al 10% considerado «saludable».
El resto de parámetros señalados en rojo son la pérdida de cuota de mercado exportador (-14,6% frente al -6%); la deuda privada (194% del PIB, y el límite es el 160%); la deuda pública (86% frente al 60%); la posición neta de inversión internacional (-93% del PIB mientras el umbral es un 35%); y la evolución del tipo de cambio efectivo real (-5,2% frente al 5%), que en el último informe sí aprobaba. Lo positivo, que ya ha corregido el déficit por cuenta corriente. Y entre lo llamativo, destaca cómo se penaliza a España por haberse pasado de competitiva en poco tiempo.
La Comisión reconoció de nuevo el esfuerzo realizado -Barroso ensalzó la «notable» reforma financiera realizada y el «más que probable» fin del rescate bancario-, pero alerta en su informe de que «la magnitud del ajuste necesario es un desafío sustancial, que requiere de una acción política continua (...) porque los costes sociales de la crisis están provocando un incremento de la pobreza y la exclusión social».
Suspenso
Pero, ayer, España no tocaba. Alemania veía como quedaba incluida por primera vez en el Mecanismo de Alerta al suspender cuatro marcadores, sobre todo el relacionado a su abultado superávit por cuenta corriente, que viene superando el umbral del 6% desde 2007 por el tirón de las exportaciones.
En resumen, que el Gobierno de Merkel gasta poco y el resto de socios se resienten. Este tirón de orejas es un paso político muy arriesgado que tanto Rehn como Barroso intentaron suavizar. «No se trata de cuestionar la competitividad alemana (...), sino de si la primera potencia puede hacer más para ayudar al reequilibrio de la economía europea».