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Kenia, Somalia y la ONU pactan la repatriación de más de medio millón de refugiados

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La repatriación de entre 500.000 y un millón de refugiados somalíes en Kenia a lo largo de los próximos tres años es el objetivo del acuerdo firmado el domingo en Nairobi entre el vicepresidente William Ruto y la ministra Fawzia Yusuf Adam, representante del Gobierno de Mogadiscio. La medida, también apoyada formalmente por la Organización de Naciones Unidas, pretende el regreso voluntario de aquellos que huyeron del país vecino tras el hundimiento del Estado en 1991. Los medios de comunicación locales aseguran que el territorio acoge a unos 610.000 asilados documentados y otros 500.000 que carecen de papeles.

La reintegración planificada frente al envío indiscriminado fue el argumento esgrimido por el dirigente keniano, que aludió a los contactos realizados con el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, la Unión Africana y los Estados limítrofes para implementar un programa que favorezca la instalación en Somalia de las poblaciones huidas. Aunque señaló la existencia de condiciones favorables para el regreso, Ruto reconoció que la seguridad es el motivo principal que anima la ambiciosa iniciativa.

El terrorismo y el bandidaje son dos fenómenos en auge en Kenia, generalmente asociados con la expansión del integrismo y la proliferación de armas. Cuatro ciudadanos de origen somalí han sido inculpados en el reciente ataque contra el centro comercial Westgate.

La población de nacionalidad somalí que reside en Kenia constituye una comunidad muy heterogénea. El campo de Dadaab, el mayor del mundo, está habitado por más de 500.000 refugiados que sobreviven con la ayuda del Gobierno y agencias internacionales. Su precaria y debilitada situación es similar a la de muchos nativos de la Provincia Noreste -donde se ubica- una zona afectada por la sequía y la ancestral pobreza, lacras que también padece el distrito de Turkana, donde se sitúa Kakuma, el otro centro con más de 110.000 habitantes en la actualidad.

La pobreza de los miles de somalíes que habitan las áreas septentrionales contrasta con la pujanza del colectivo radicado en el barrio capitalino de Eastleig, conocido como 'Little Mogadishu', y al que se atribuye un importante ascendiente en el sector comercial, de las telecomunicaciones y el turismo.