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Irán da otra muestra de buena voluntad
Teherán responde a la presión de Israel con la apertura a la inspección de sus instalaciones nucleares pero deja fuera la base militar de Parchin
Actualizado: GuardarLa falta de acuerdo a última hora en la cumbre nuclear del fin de semana en Ginebra no ha variado la agenda de Irán. Veinticuatro horas después de anunciar que el pacto con el 5+1, grupo formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Francia, Reino Unido, Rusia y China) junto a Alemania, tendrá que esperar, la república islámica firmó un nuevo tratado con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para la inspección de sus instalaciones con el objetivo de «restablecer la confianza». Los expertos del organismo internacional tendrán antes de tres meses acceso a la mina de uranio de Gchine, situada en el sur del país, y al reactor de agua pesada de Arak, que los iraníes esperan sustituya en el futuro próximo al del Centro de Investigación Nuclear de Teherán en la producción de radioisótopos para medicina y agricultura.
Después de dos años sin pisar Teherán, el director de la AIEA, Yukiya Amano, viajó a la capital iraní para sellar este «paso importante», aunque quiso matizar que «aún queda mucho por hacer». Entre las tareas pendientes se encontraría la visita a la base militar de Parchin, en el noreste de Teherán, una solicitud que los iraníes no aceptan desde 2005. Allí se sospecha que existe una instalación subterránea secreta en la que se habrían hecho pruebas con explosivos de alta intensidad para cabezas nucleares, algo que las autoridades de la república islámica niegan rotundamente.
«Parchin es importante y la visita será discutida en los próximos pasos», aclaró un Amano que también se ha beneficiado de la apertura en Irán después de la llegada a la presidencia del clérigo moderado Hasán Rohani. El director del organismo internacional sustituyó a Mohamed el-Baradei en 2009 y tras un primer informe en el que destacó la presencia de «indicios» de carácter militar en el programa nuclear fue acusado por las autoridades iraníes de estar al servicio de la CIA y el Mosad.
Relación con Londres
La próxima cita negociadora con el 5+1 es el día 20 en Ginebra. Un tiempo precioso para Teherán, que necesita seguir dando muestras de su buena voluntad para ganarse la confianza de Occidente y alcanzar la resolución final de un contencioso que dura una década. Mientras Israel presiona para que no se firme nada que no signifique la cancelación total del enriquecimiento de uranio, algo que Irán considera una línea roja, la república islámica selló su nuevo pacto con la AIEA y anunció el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Reino Unido, rotas desde el asalto de un grupo de radicales a su legación en Teherán en 2011.
El tiempo corre de cara a la nueva cumbre de Ginebra y el ministro de Exteriores británico, William Hague, se mostró a favor del levantamiento «limitado y reversible» de las sanciones a Irán en caso de acuerdo final. Hague rescató la estrategia del palo y la zanahoria y advirtió a Irán de la importancia de aprovechar el momento porque «habrá presión para que haya mayores sanciones, para que se intensifiquen las sanciones, a menos que se alcance un acuerdo».
Un mensaje en la misma línea que el del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que quiso zanjar los rumores sobre las divisiones en el seno del 5+1 y la supuesta cerrazón de Francia y señaló que «Irán no pudo aceptar, en ese momento en particular no estuvo en disposición de aceptar el acuerdo», cargando la responsabilidad al equipo liderado por el ministro de Exteriores de Teherán, Javad Zarif.