Adiós a ritmo de tanguillo
Cádiz despide a Mariana Cornejo entre palmas, vivas, y 'los duros antiguos'
CÁDIZ.Actualizado:«¡Al cielo con ella!», «¡viva Mariana!», «¡olé, olé, olé!». «Ea, pues ya está, lo que ella quería, que la pasearan por el barrio rodeá de sus gitanos». La envolvieron en la bandera de la ciudad, a hombros la llevaron a Santa María, a su última peregrinación al Nazareno. A las faldas de su Señor al que tanto pidió protección, le rezaron y lloraron. Como una grande, entre palmas y vítores la despidieron. Sus 'niños', los jóvenes talentos a los que ella tanto mimó, forman corro. Mariana Cornejo se marcha. Pero no lo hace en silencio, el acto luctuoso se cierra con tanguillos. Con una bella paradoja. Un entierro alegre. «Como ella quería».
Al compás de 'Aquellos duros antiguos' se despidió ayer a la cantaora gaditana Mariana Cornejo, fallecida este miércoles en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Dos días tuvieron los gaditanos para dar el último adiós a la artista, la madre, esposa y abuela, la vecina, la compañera. Y una jornada en La Merced para recordarla. Un largo y multitudinario velatorio que terminó poco antes del mediodía, cuando partió el cortejo fúnebre camino de Santa María. A las 8.00 horas se habían abierto de nuevo las puertas del centro municipal, que fue llenándose poco a poco. Se aparca la tristeza. Mariana canta. Su voz, sus discos, son su herencia. Escucharla se antoja el mejor homenaje. Meli Agulló Cornejo, la hija de la cantaora, se arranca. Frente al ataúd, le habla sin palabras. El baile forma nudo en la garganta de los presentes, que resuelven con aplausos. «Se nos ha ido la alegría», se repiten.
No falta nadie
No falta casi nadie, se van sumando nuevos por las calles del barrio. Sólo son diez minutos de procesión y los hombres quieren subir su cuerpo al cielo. De los más emocionados, David Palomar, que después de la entrada al templo, vuelve a salir entre lágrimas. El pianista Sergio Monroy también lleva el féretro en el recorrido, que se nutre de rostros muy conocidos de la sociedad y la cultura gaditanas. Javier Ruibal se abraza a la cantaora Carmen de la Jara. Le acompaña la poeta Blanca Flores. La asociación amigos de Fernando Quiñones de la que es una de sus máximas impulsoras, le ha concedido a Cornejo la mojarrita de plata y le rinde homenaje el martes en El Pelícano.
Curiosos y vecinos presentan sus respetos al paso del ataúd por la Cuesta de la Jabonería. Son los momentos de mayor recogimiento, un estado que se rompe nada más llegar a la escalera de la iglesia. El aplauso alcanza hasta el último de la fila, que rumorea. Es viernes, el Nazareno espera la última visita de su devota cantaora. «Mariana no se ha ido, está en la Gloria y en nuestros corazones. Cuando ella venía aquí pedía protección al Nazareno y ella ahora nos está protegiendo», empieza el sacerdote el responso. Se hace corto, pero intenso. No cabe ni un alfiler y centenares de personas aguardan a la entrada. Incluso se produce algún desvanecimiento en el interior del templo. «Esto nunca lo he vivido yo», relata una señora. Han venido a despedir a la sobrina de Canalejas, a la reina de las cantiñas y las alegrías, a la mujer maravillosa y la excelente amiga y gaditana. Una amplia representación del Ayuntamiento, presidida por la alcaldesa Teófila Martínez, encabeza junto a los familiares el escaso paso hacia el coche fúnebre. Y ahí todo explota. «¡Al cielo con ella!», «¡viva Mariana!», «¡ole, ole, ole!». Palmas y más palmas. Están o habían estado, entre otros muchos, Pasión Vega, Felipe Scapachini, la directora del Instituto Andaluz del Flamenco, Mari Ángeles Carrasco; la cantante María del Mar Fernández, el joven cantaor Joaquín de Sola, el médico Guillermo Botto, el chirigotero Selu García Cossío, los amigos de Canal Sur, Jesús Vigorra y Javier Osuna, representantes de la peñas... Llegan Sara Baras y José Serrano. Todos quieren abrazar a Meli y al viudo de Mariana, Vicente Agulló, que besan el féretro antes de partir. Y entonces, si en La Merced sonó su tanguillo, los gaditanos, con el flamenco David Palomar y el carnavalero Ramoni a la cabeza, rompen en palmas. Este se lo sabe todo el mundo. Con 'Aquellos duros antiguos' le dicen hasta luego. Seguramente, como ella quería.