«A menudo prefieres quedarte en el Himalaya y no regresar»
«La montaña me ha enseñado a apreciar la vida y el milagro que es existir a un nivel bastante alto. Y no porque ponga mi vida en riesgo», explica Araceli Segarra, la primera española en escalar el Everest
MADRIDActualizado:Araceli Segarra es «escaladora, ilustradora, comunicadora y un poco cuentista». Fue la primera mujer española en alcanzar la cima del Everest, ayudó en el rescate de la mayor tragedia en el techo del mundo, participó en el primer rodaje de un documental con una pesada cámara IMAX, se coló de manera ilegal en China para ayudar a grabar ‘Siete años en el Tibet’ y todavía le quedó tiempo para ilustrar media docena de cuentos infantiles (las aventuras de Tina). Su última empresa consiste en publicar un libro (‘Ni tan alto, ni tan difícil’) que desmitifica a los gigantes de la nieve y trata de trasladar sus experiencias a consejos a la vida cotidiana sin perder de vista la montaña.
«Lo que intento es utilizar la montaña como una forma para meditar porque está demostrado que es beneficioso para nuestro estado físico y para nuestro estado mental. Intento mantener momentos de no pensar porque eso es la meditación, pero no estás siempre en ese estado. De esos momentos de meditación pasas a pensar en que cuando vuelvas a casa te vas a ir a comer una pizza o qué película vas a ir a ver al cine», explica la catalana en uno de esos días lejos de los ‘crampones’ y de su eterno ‘jumar’. Pero en numerosas ocasiones los asuntos que cruzan la cabeza no tienen elección. Entre el 10 y el 11 de mayo de 1996 ocho personas murieron en el punto más alto de la Tierra. Segarra ayudó en el rescate y no fue la primera vez en que debió caminar entre los cadáveres de los compañeros de la montaña sin poder recuperar sus cuerpos.
Ha tardado 17 años en volver a aquellos recuerdos, lo peor que puede ocurrir en una expedición, según su opinión, aunque también hay otros momentos que le duelen a la escaladora: «A veces sí que es cierto que la decepción te la puede dar otro ser humano con el que estás compartiendo un viaje o que en una expedición coincida contigo en una montaña. Creo que es una de las cosas más tristes y decepcionantes». Después, es el momento de la protección. «Cuando acabo de vivir una tragedia y he estado en un rescate no consigo mantener esos momentos de no pensar en nada sino todo lo contrario. Estás en un estado de alerta donde chequeas constantemente lo que estás haciendo para intentar evitar que algo así ocurra», recuerda la escaladora que vio ante sus ojos como una avalancha sepultó a su amigo Xavi Lamas.
Sin embargo, las tragedias nunca apartarán a Araceli Segarra de las alturas. «A menudo prefieres quedarte allá y no regresar, pero no puedes vivir del aire. Tenemos la mala costumbre de comer tres veces al día y tienes que regresar porque tienes que sobrevivir. Hay formas de hacerlo. Muchos nos vamos a vivir cerca de la montaña», dice quien observa los Pirineos desde la ventana. Según la escaladora, cualquiera puede participar: «Tendemos a ver que todos los proyectos son sensacionales, grandes, muy complicados y reservados para unos privilegiados y unos héroes. Creo que no es así y que muchas cosas nos las pintas más grandes de lo que realmente son y son más accesibles. Se necesitan una serie de cualidades: básicamente no es gratis y tienes que invertir horas, pero eso no es un problema sino dar un paso para acercarte cada vez más a ese objetivo». Evidentemente, el mensaje de la deportista catalana trata de acercar el espíritu de la escalada a la filosofía personal. «La montaña me ha enseñado a apreciar la vida y el milagro que es existir a un nivel bastante alto. No es porque ponga mi vida en riesgo, porque hay ese error de pensar ‘claro, estáis a punto de mataros y por eso apreciáis más la vida’», explica la leridana. «No es directamente proporcional el amor que siento por la vida con el miedo que siento de morirme. Es porque de alguna manera me hace sentir más que existimos. A veces hay esa falta de querer ver lo bueno a todo lo que nos pasa», replica.
Por supuesto, el humor también encuentra un hueco con la bromista Segarra cuando se le pregunta si contó con la posibilidad de encontrarse con una estrella de Hollywood en el rodaje de Siete años en el Tíbet: «Brad Pitt se lo perdió. Le hubiera dado un consejo: el flequillo que lleva en la película no va muy acorde con el tema de montañero e Himalaya. Ahí derraparon».