Mursi mantiene el pulso a los militares
El presidente democrático depuesto enardece a sus seguidores en el juicio, pospuesto hasta el 8 de enero
EL CAIRO.Actualizado:Después de insistir con firmeza y en voz bien alta en que sigue siendo «el presidente de la república», Mohamed Mursi abandonó la Academia de Policía de El Cairo para ser trasladado a la prisión de Burg al-Arab, cerca de Alejandría, donde permanecerá hasta que el 8 de enero se reanude el juicio. Punto y seguido de un capítulo clave de la historia reciente del país, abierto con el golpe militar del 3 de julio. contra el primer presidente elegido de manera democrática en Egipto. Después de cuatro meses retenido en un lugar secreto en manos del Ejército, el líder islamista reapareció ante la Justicia y su presencia sirvió de bálsamo para unos seguidores que, pese a las fuertes medidas de seguridad, no le fallaron y volvieron a echarse a las calles en una jornada que se preveía de máxima tensión y que terminó sin incidentes graves.
«Ahora al menos sabemos que está vivo y dónde se encuentra, volvemos a tener una referencia», reflexionaba en voz alta un joven estudiante de Al-Azhar a las puertas de la sala donde se desarrolló la primera vista contra Mursi y otros 14 miembros de los Hermanos Musulmanes por su presunta «incitación al asesinato» de una decena de manifestantes frente al palacio presidencial el 5 de diciembre.
La sesión apenas duró 40 minutos. Aún así, fueron demasiados para un tribunal incapaz de controlar la situación ante un Mursi vitoreado por sus compañeros de banquillo -Mohamed el-Beltagi, miembro de la Ejecutiva de la Hermandad, gritó en varias ocasiones «abajo el régimen militar»- y que tras decidir dos recesos resolvió darse dos meses de plazo para seguir con el proceso.
Los abogados de la defensa pidieron primero tres meses para poder estudiar a fondo los 6.000 folios del caso y tener contacto con los acusados, pero finalmente el juez concedió sesenta días. Éste es «un tiempo de oro para la hoja de ruta de los militares, que para entonces esperan ya haber celebrado el referéndum constitucional, se trata de un plazo político», opinaba Hasán Saleh, miembro del equipo de 25 abogados de la defensa.
En la sala del juicio, la misma donde se juzga a Hosni Mubarak, no estaba autorizada la entrada con móviles y cámaras, pero los recesos permitieron que la información fuera saliendo con cuentagotas y llegara a los cientos de seguidores que se manifestaban frente al fuerte cordón policial que rodeaba la zona. Después de confirmarse la llegada de Mursi a primera hora, no tardó en conocerse que iba vestido con traje oscuro, no de blanco penitenciario como el resto de los acusados.
«Es un paso adelante»
Después se conocieron sus mensajes: «Soy Mohamed Mursi, presidente legítimo de la república. Lo que ocurrió el 3 de julio fue un golpe de Estado, una traición, y por eso rechazo todas las acusaciones que se dictan en mi contra». Palabra a palabra, a través de la televisión estatal o de las filtraciones obtenidas por Al-Jazeera, la gente iba animándose hasta estallar de júbilo al conocer la noticia de que la sesión se suspendía hasta el 8 de enero. No hubo cámaras para seguir la vista en directo, pero no hicieron falta porque los muros de la corte fueron de lo más poroso. Las primeras imágenes no se difundieron hasta bien entrada la tarde, pero entonces se pudo ver por primera vez a Mursi de oscuro, entre sus más estrechos colaboradores uniformados de blanco. «Esto es un gran triunfo, un paso adelante para toda la gente que sigue al presidente y rechaza el Gobierno impuesto por los militares», confesaba Osama Ezz el-Arab, activista propalestino que pasó todo el día en la primera línea de la alambrada intentando ver a lo lejos al mandatario islamista.
«Desde el detalle del traje hasta su resistencia frente al tribunal, todo me ha gustado de nuestro presidente secuestrado por los militares y esto me da ánimos para seguir con la protesta», señalaba exultante Samia al-Masri, que acudió a las puertas de la Academia de Policía, a 25 kilómetros del centro de El Cairo, con su hijo Atef Adel que, como la mayoría de los niños del país, se quedó sin escuela ante la previsión de una jornada cargada de incidentes Expectativa que no se cumplió, aunque sí se registraron choques puntuales entre partidarios del presidente democrático y las fuerzas de seguridad en zonas como la del Tribunal Constitucional, en el barrio cairota de Maadi, donde se llevó a cabo la marcha más multitudinaria. En Alejandría, la segunda ciudad más importante del país, al menos 18 manifestantes fueron arrestados por enfrentarse con detractores de Mursi.
Los cinco abogados defensores que tuvieron acceso a la sala fueron recibidos como héroes a la salida y, tras superar la alambrada policial, fueron llevados en volandas por la masa. Los letrados fueron los últimos en abandonar el lugar, despedidos entre vítores. Poco a poco la protesta se fue disolviendo, los soldados retiraron la alambrada y la gente volvió a casa con la imagen positiva de ver que los meses de detención ilegal del presidente Mursi no le han hecho bajar los brazos. Una sensación que poco altera una realidad que avanza al ritmo de la hoja de ruta marcada por los militares.